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lunes, 13 de agosto de 2012

Es la derecha señores. Gonzalo Perera.


Antonio Miguel Grompone fue Venerable Gran Maestro de la Gran Logia de la Masonería del Uruguay. Radical opositor a la dictadura de Gabriel Terra. Entre su producción intelectual, cabe señalar "La ideología de Batlle" una obra concisa pero sumamente sustanciosa, que engalana mi biblioteca desde hace unos 28 años. En ella, Grompone señala el carácter "obrerista" de la doctrina social de Batlle, distinguiéndola- por aparente semejanza- de toda forma de socialismo y estableciendo-por obvia- su diferenciación del liberalismo.

Juan María Bordaberry fue un católico pre-conciliar fanático, que veía por doquier la sombra de la masonería, a la que atribuía influencias superlativas incluso en la propia Iglesia Católica Apostólica y Romana. Veía en los cultores del compás y la escuadra los enemigos viscerales y omnipresentes, lo cual lo llevó a postular el retorno al "orden natural", a las corporaciones medievales y a la eliminación de los partidos políticos. En cambio, un tal Gregorio Alvarez, milico él, pero notoriamente más político que Bordaberry, habría dicho "Uruguay es Nacional y Peñarol, el poncho blanco y el sobretodo". No deja de estremecer  el constatar cómo un civil pudo estar tan a la derecha del  mismísimo "Goyo".

Un civil que desató una dictadura al lado de la cual, la de Gabriel Terra, que se llevara por decisión propia a Don Baltasar Brum y por cobarde asesinato (desangramiento sin atención médica ) a Julio César Grauert, resultara una suerte de paseo vacacional. Juan María Bordaberry, el ultra-católico anti-masón, desató el infierno en la tierra para uruguayos, argentinos, y todo aquel que tuviera la desdicha de estar en el mal lugar en el mal momento, fuera militante de izquierda o no. Fue a su sombra y a la de Juan Carlos Blanco que se gestó el bestial asesinato de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz.

En los no más de 33 orientales que reivindican la figura de Juan María Bordaberry como un caudillo, se recurre a una bizarra apelación al Carlismo de extrema derecha, uno de los sustentos del franquismo. Apelación fomentada por escritos del propio dictador, que dejó prolijamente asentadas por escrito sus bases doctrinarias, de manera harto concluyente.

En una República, no hay mejores y peores hijos. Los méritos o deméritos de los padres no se prolongan por derecho de herencia. Cada persona nace éticamente neutra, sin mácula ni blasón alguno. Eso es un principio " de hierro" en toda República que se precie de tal.

Unos años atrás, dos hijos se enfrentaron. En condiciones singularmente desiguales, con un referee ("Nacho" Alvarez), en notoria sintonía con uno de los hijos: Pedro Bordaberry. El otro era el compañero Rafael Michelini, a quien una operación de difusión de partes de conversaciones grabadas sin su conocimiento y carentes de contexto, pretendía mellar en su trayectoria en materia de defensa de los Derechos Humanos en el Uruguay. No eran adjudicables a priori ni a Pedro el dogmatismo ciego de Juan María, ni a Rafael el heroísmo de Zelmar.

Pero no eran lo mismo uno y otro hijo.

Y esa noche se diferenciaron mucho más aún.

 A esa noche llegaron uno con cuna de oro,  y educación de privilegio. El otro con privaciones y laburo muy precoz. Uno con atención a su vida personal, el otro con compromiso militante muy temprano. Uno cuidando su padre, el otro militando por el reconocimiento  y reparación de todas las atrocidades de la dictadura.

Y esa noche, Pedro Bordaberry apeló al peor argumento imaginable: no atacar el mensaje, sino al mensajero. En defensa de su padre, el fanático ciego. El que habría perseguido ferozmente a Don Antonio Grompone, qué duda cabe. Como mínimo, por masón. Que hubiera contado con la más radical oposición de Don Antonio  Grompone, qué duda cabe. Del otro lado, un compañero defendiendo una causa colectiva, de TODOS los uruguayos. El que los Derechos Humanos arrasados por el fascismo no son olvidables, amnistiables, dismulables o diluíbles. De un lado estaba la derecha feroz y descarnada, del otro un compañero. Con quien obviamente se puede discrepar, pero "cuando las papas queman", uno sabe donde estará Pedro y dónde Rafael. Y no por determinismo genético, sino por la  construcción personal y adulta de sus caminos vitales.

En estos días, Pedro Bordaberry, un liberal riverista de noble origen, relanzó la vieja obra de Don Antonio Grompone, "La ideología de Batlle". Y proclamó que la misma sólo se encuentra en el Partido Colorado. El "obrerismo" tiene  entonces sus únicos exponentes en Jorge Batlle, Alberto Bensión o Pedro Bordaberry. Pobre Don Antonio Grompone....

Pedro Bordaberry ha hecho de la política adjetiva y de vitrina su estrategia. Critica el detalle, no se pronuncia sobre la sustancia. Aulló por políticas específicas de seguridad ¿Aplaudió las iniciativas gubernamentales en dicha materia o las criticó "por las dudas"?¿Alguien vio un tweet de Pedro Bordaberry felicitando a ANTEL por su  despliegue de fibra òptica, por el primer despliegue de la mejor tecnología inalámbrica (LTE) ? ¿ Alguien vio un tweet de Pedro Bordaberry celebrando el récord de baja en la desocupación? ¿ Alguien vio al "obrerista" Pedro Bordaberry celebrar el triunfo de la lucha sindical de la UNTMRA?  Si esto último parece un chiste absurdo que nada envidia a los Monthy Phyton, queda claro el grado de "obrerismo" del neo-riverismo bordaberrista.

Las simpàtías del herrerismo histórico con el franquismo son conocidas. Punto pivotal y vinculante con el bordaberrismo, amén de que Juan María Bordaberry- estrictamente un ruralista- si bien llegó a la presidencia  por el Partdo Colorado, llegó al Parlamento por la alianza entre el  herrerismo y el ruralismo de Nardone. No desmerece ésto el destacado rol de Don Luis Alberto de Herrera en oposición a la instalación de bases yankis en la cota atlántica uruguaya, por cierto, pero tampoco se pueden ignorar como meras anécdotas.
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Hoy, uno de sus descendientes, Luis Alberto Lacalle Herrera, nos avisa que vivimos un gobierno semidictatorial. Oportuna advertencia, ya que por ahí en cualquier momento alguien asesina a Berríos y es bueno estar alerta sobre la larga y tenebrosa sombra del Cóndor.

Desde sus filas, Ana Lía Piñeyrúa,  graduada de la Universidad de la República ella- se escandaliza - por el lugar  de la Universidad Pública entre las mejores 100 de América Latina. Se olvida mencionar que en el ranking de marras las universidades privadas ni figuran y que la razón de la relativa postergación de nuestra Universidad es que aún muchos docentes no tienen un Doctorado homologable internacionalmente .  Titulaciones que en Uruguay existen hace apenas 20 años y consumen en promedio 10 años de estudios universitarios "full time", por lo cual es un tanto precoz tanta conclusión. Olvida la carismática líder de las masas populares que en un año la Universidad Pública escaló 15 posiciones. Olvida que en el referido ranking, la accesibilidad a la educación (algo valorable, uno diría) tanto no cuenta, que son las universidades de Chile las que ocupan los primeros lugares.  Ay querida  Camila Vallejos...

¿Alguien duda que si el día de mañana la Universidad de Montevideo es distinguida por el color de sus pizarrones, no  habría acaso un tweet celebratorio de la pre-candidata nacionalista?

Es la derecha señores.  Carlista, franquista, antí- integración regional real, anti CELAC, anti ALBA, pretendidamente doctoral (sin sustento intelectual notorio), con los medios flechados a favor, y aún así, derramando tristeza intelectual en cada manifestación.

Es la derecha bicromática. En sus dos presentaciones: en blanco y en colorado. Pero es la derecha cruda, sin velos ni cosmética. Cruda y harto complicada.

 Frente a ella, hay un Frente, valga la redundancia. Con todo respeto, mi lectura de hoy, es que hay fortalecerlo y  recordar que, probablemente, no construímos hoy mismo nuestros sueños,  pero  que no  se nos puede perdonar el que  no cimentemos hoy las realidades que nos hagan posible soñar mañana.

 La oposición se ha definido de forma muy clarita y no deja lugar a exquisiteces.Nada de centros. Al fondo y a la derecha.

En el Frente, autocrítica,  por cierto: toda y un poco más. Pero a no regalar la cancha al adversario, que afila los tapones y los levanta peligrosamente.

 A no sorprenderse de lo que vendrá. Porque está en la cancha la cruda, pura y dura  derecha, señores.



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