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sábado, 29 de septiembre de 2012

Artemisa, libertad de expresión, ética literaria y Charles Manson. Gonzalo Perera

Disculpe querido lector por empezar por una pequeña autoreferencia, pero que viene al caso para asentar un punto crucial y no hay mejor manera de hacerlo que desde la propia experiencia.

He escrito mucho en mi vida y lo sigo haciendo. Artículos de investigación científica, columnas de opinión política, columnas de análisis socio-económico, columnas de humor, ensayos, tesis,  libros de todos los tenores aludidos y hasta algún guión de obra de teatro o letras de piezas musicales que llegaron a ser presentadas públicamente. Una larga historia llena de palabras, pensamientos y sentires- buenos, malos, regulares, compartibles, no compartibles- que empezó a los 12 años, se intensificó a partir de los 17, y se hizo intenso hábito en la última década, pasando por diversas publicaciones en papel, electrónicas, por diversos países y hasta diversos idiomas. No podría dar un número global de cuánto he escrito, pero no tengo duda que es mucho (bueno o malo, insisto que eso no lo juzgo yo, sino los demás).

En esa experiencia de mucho escribir, me tocó hacer carne propia también al NO escribir muchas cosas. Porque antes de escribir, uno se pregunta ¿Vale la pena?¿Aporta? ¿No tengo algo mejor y más edificante para este momento? Muchas preguntas que hacen a algo que se llama responsabilidad  o, más concretamente, ética. La ética de quien empuña la pluma, la ética del escriba, la ética literaria.

No me pongo a mí mismo como modelo de nada, y en particular no me pongo como modelo de ética en ningún plano, por lo cual no me considero referencia sobre ética literaria. Pero al menos sé que existe.

Y sé que existe porque he podido publicar algún libro que incendiaba la pradera, que generaba escándalo seguramente y por ende que muy factiblemente fueran éxitos de venta y decidí libérrimamente no hacerlo, porque entendí que era mejor aporte  para mi comunidad escribir otras cosas, mucho menos taquilleras. Porque he tenido columnas enteras terminadas para enviar a diarios o semanarios y antes de apretar el "enviar", las borré por completo y empecé de nuevo, desde cero a escribir sobre otro tema, porque sentí que no estaba siendo fiel a ese sentido de responsabilidad con lo que había escrito. Más aún, pronto verá la luz un libro que fue escrito tres veces. Eso significa que fue terminado dos veces y borrado para empezar de nuevo, por cuestionamientos internos sobre la propiedad y legitimidad de algunos enfoques, lo cual hizo que recién en el tercer intento llegara a lo que me parecía que valía la pena compartir.

Más allá de la racionalidad propia a mi profesión de matemático, en general escribo "desde las tripas", de manera apasionada, y muchas veces el motor de la escritura más que una idea, es un impacto sensible. Sin embargo y pese a ello, varias veces y frente a muchas horas (o meses) de escritura de sangre caliente, más de una vez ha aparecido el "NO, ESTO QUE ESCRIBI NO LO PUBLICO" por considerar que no era lo más adecuado o el mejor aporte que podía intentar hacer en ese momento y contexto.

Las editoriales son instituciones, en general, de carácter literario-comercial, usualmente  con fines de lucro. A veces con componentes ideológicos o de estilo, de afinidad, muy definidos. Nada de ello es pecaminoso en la sociedad en que vivimos. Guste o no guste, es legal y legítimo que una editorial decida. elegir publicar un libro que promete mayor rentabilidad o con el que se tiene mayor afinidad política. A priori una tal decisión  no transforma a un editor en un exiliado de la Etica. A priori, insisto, son opciones legales y legítimas. Pero dejan de ser legítimas- y cabe la duda  si son legales, pero en tal materia quien debe opinar no soy yo- cuando saltan alegremente todas las vallas del cuestionamiento ético y autocrítico para, por interés comercial o afinidad política, decidir publicar lo absolutamente IMPUBLICABLE, por hacer alegato y promoción del terror desenfrenado .


Naturalmente, "la libertad de expresión" es el refugio de todo editor para publicar lo que sea. "Yo publico pero no obligo a nadie a leer, el público decide", es la frase de rigor. Gastronómicamente, sería equivalente a un restaurant que ofrece en su menú sendos platos de mierda "Yo sirvo y vendo mierda, pero el público es libre de no comprarla". Pero con la adecuada publicidad, toda estadística indica que habrá muchos que coman mierda si mierda les ofrecen con buen marketing. Y eso es terriblemente nocivo para la salud. Por eso a ningún restaurant se le permite vender mierda (aunque algún fast-food hace fuerza para aproximarse) y  eso no es un recorte a la libertad poblacional, sino una elemental norma de higiene y cuidado sanitario. Volviendo de la mierda a los libros (asumiendo que corresponda la diferenciación), dentro del público literario hay quien sostiene un discurso muy "naive": ciertas inmundicias conviene leerlas porque "hay que conocer al enemigo". Inocencia de Inocencias, olvida que no es para uno que escribió "el enemigo", sino seguramente para otros destinatarios muy precisos, muy bien elegidos, y con una intencionalidad muy clara, como veremos en un caso concreto.

Pero vayamos por partes. Como primer punto, la libertad de expresión no puede amparar la publicación de materiales que lesionen de manera grosera la sensibilidad de personas que han sido víctimas de barbaridades, que sean además una incitación abierta al delito, a la crueldad, a la maldad descarnada.

El 9 de agosto de 1969, y a apenas dos semanas de dar a luz, la actriz Sharon Tate, de apenas 26 años de edad, esposa del cineasta Roman Polanski fue salvajemente asesinada, junto a quienes la acompañaban en una recepción en su lujosa casa de Bevrely Hills, por los integrantes de la "familia" o "clan Manson" un conjunto de individuos en notorio estado de delirio, en parte producido por desequilibrios psíquicos graves, en parte por consumo masivo e intensivo de potentes alucinógenos. A esos crímenes siguieron otros, hasta que de manera casi casual (un comentario jactancioso de una de las integrantes del "clan" al haber sido apresada por un falta menor), Charles Manson y su seguidores fueron capturados y objeto de un proceso judicial prolongado a histórico, que dio lugar a su reclusión perpetua. Charles Manson tenía no una, sino varias explicaciones para justificar sus atrocidades: creía en el advenimiento de una guerra racial, que pretendió acelerar mediante el asesinato de blancos adinerados; sostenía que serían grupos como "The Black Panthers" quienes ganarían la guerra, pero que  a su racista juicio eran incapaces de gobernar la sociedad, por lo que estaba convencido que se volverían hacia él para que los condujera . En permanente pose de gurú, recurriendo tanto a alusiones cristianas como satanistas, a la cruz y a la svástica, Manson creía además que The Beatles, y en particular su tema "Helter Skelter"  le enviaban mensajes orientando su accionar. Charles Manson tenía su teoría para explicar acciones  como las 16 puñaladas a una embarazada a punto de parir, que según los partes forenses, 5 ya eran mortales. Incluso algunos pasajes de su delirante discurso de autodefensa, cuando se centra en cuestionar el sistema y el poder instalado, son hasta compartibles. Pero cuando rápidamente abandona ese cauce y todo viso de racionalidad para ir al terreno del franco delirio y cuando, sobre todo, se contrasta toda palabra pronunciada con la infinita y demencial crueldad que exhibió y promovió, es imposible no sentir náuseas de asco.

En USA casi cualquier cosa es publicable. Si bien algunos de los integrantes del "clan Manson" publicaron algún libro y si bien alguna gran cadena de cable realizó un par de entrevistas televisivas ( a fines de los 80´s y en los 2000) a Manson (quien se mostró en un estado de completo y total delirio, no respondiendo prácticamente nada coherente), ningún editor de los USA se atrevió a brindarle 600 y picos de páginas a Charles Manson para que pretendiera justificarse, para que le preguntara al lector que hubiera hecho en su lugar vista la (sólo existente en sus delirios) inminente gran guerra étnica o para que criticara a Sharon Tate a quien una de sus seguidoras le practicó una improvisada cesárea a puñaladas, para tomar en sus manos y ver  de cerca el feto muerto. Nadie en una sociedad que conoce niveles de enfermedades culturales,  de socio y psicopatías extremadamente violentas como la de USA, osó prestar sus imprentas para semejante "testimonio". Porque sería demasiada afrenta a la sensibilidad colectiva, a los familiares de las víctimas y porque sería una peligrosa incitación a que otras mentes muy perturbadas y sumidas en el rencor delirante, tomaran de sus palabras referencia e inspiración.

José "Nino" Gavazzo es un sujeto bastante peor que Charles Manson. Es sin duda, como dice mi amigo, compañero y periodista Gabriel Mazzarovich, uno de los mayores "serial killers" de la Historia del Uruguay. En eso se parecen Gavazzo y Manson. Pero se diferencian en varias cosas, todas favorables al terrible Charles Manson, a saber:

i) Charles Manson y su clan actuaban "por la propia", bajo su cuenta y riesgo. Gavazzo y demás secuaces eran funcionarios del Estado, a los que todos los ciudadanos les pagamos el sueldo toda su vida para defendernos de agresiones o peligros, y que en cambio se dedicaron a violar, torturar, asesinar, desaparecer compañeros, familiares, amigos o a secuestrar sus bebés y separarlos de la familia y de su propia historia personal.

ii) Charles Manson no robaba más que lo que circunstancialmente necesitaba, el móvil económico no parece haber incidido en sus crímenes. Citando a otro amigo, compañero y periodista, Néstor Curbelo Varela, quien escribiera en Caras y Caretas sobre Gavazzo en el año 2005, por ejemplo, es evidente la particular saña con que Gavazzo torturó a quienes podían tener información sobre los fondos que se suponen obraban en poder de algunas organizaciones políticas. Fondos de los que jamás se supo, como tampoco de los compañeros salvajemente torturados para sacarles información al respecto. En ese sentido, como apuntara Néstor, a su condición de torturador, Gavazzo suma la de un vulgar ladrón de gallinas, capaz de todo por un poco de plata. Manson actuaba en función de su delirio; en cambio, más allá de los delirios de Gavazzo sobre los "actos de guerra" (ocurridos en 1976 y aún más tarde, cuando las Fuerzas Armadas culminaron sus acciones militares contra el MLN-T en 1972),  el "Nino" parecía estar muy lúcido y con los pies en la tierra cuando lo que buscaba era simplemente saber dónde estaba la plata.

iii) Charles Manson enfrentó a la justicia e incluso asumió por momentos su autodefensa, haciendo de su juicio todo un evento. Gavazzo escapó a la justicia tanto como pudo, cobijándose bajo las faldas de la ley de impunidad. Las leyes que supo avasallar- todas y cada una - cuando tuvo un poquito de poder en sus manos, fueron la cucha donde se guareció cuando quedó expuesto a responder por sus culpas. Cuando enfrentó a la justicia, Manson confesó sus crímenes, que intentó justificar en sus delirios, pero al menos los reconoció. En cambio Gavazzo cerró la boca y negó toda información, obstaculizando tanto como pudo el accionar judicial.

Manson era un psicópata y sociópata enfermo de rabia y violencia. Gavazzo un bizarro combo de terrorista de Estado, ladrón de gallinas, fugitivo de la justicia y de su propio pasado.

Si en USA nadie se atrevió a dar 600 páginas y pico a un Charles Manson para hacer una morbosa exposición de sus "logros", y Manson al lado de Gavazzo es simplemente un principiante, en una sociedad impregnada por los valores de la jurisprudencia latina, mucho menos proclive a justificar todo por el lucro, debería ser imposible que ningún editor se atreviera a editar las excrecencias literarias de Gavazzo.

Sin embargo, la Editorial Artemisa, dirigida por el Sr. Rodolfo M. Fattorusso se ha prestado para caja de resonancia de esta burla al derecho, a la sensibilidad y a la civilización. El afán de lucro desmedido- el morbo vende- puede ser una explicación. Pero puede haber otras.

A fines de 1924, un triste cabo austríaco, veterano de la Primera Guerra Mundial, iniciaba en la prisión de Landsberg la escritura de su obra magna "Mein Kampf". En la misma, este tal Adolph Hitler, con la- curiosa coincidencia- colaboración activa de un Rodolfo (Rudolph Hess, que le ofició de escriba) destilaba su más rancia judeofobia y sus odios más encendidos, anunciando sus planes expansionistas y exterminadores, justificándolos ( es curioso,anoto al pasar, como todo gran asesino busca alguna forma de justificación de sus actos) en una reconstrucción de la historia y mitología germánica totalmente "á la carte".Aprovechó también la oportunidad para proclamarse líder del movimiento de "renacimiento alemán" y no se escatimó elogios, equiparándose incluso al Übermensch de Nietzche (habitualmente llamado "superhombre").

Es bien posible que aunque en 1925 nadie hubiera editado por primera vez este tratado de la ignominia, el futuro Führer igual llegara al poder. U otro personaje tan oscuro como él, y que la Segunda Guerra Mundial, la Shoah, y demás atrocidades cometidas por los nazis, igual se hubieran desarrollado. La Alemania orgullosa portadora de una gran tradición nacionalista y militar, sometida a condiciones leoninas por el Tratado de Versailles y que tras el desplome de Wall Street supo de gente quemando billetes de marcos en las calles para calentarse las manos- pues su moneda nada valía- estaba objetiva y subjetivamente preparada para recibir un mensaje que revitalizara su autoestima a cualquier costo y le permitiera canalizar la rabia contenida hacia alguien. Y obviamente, un programa económico de fuerte incentivo a la industria pesada al servicio del complejo militar, generando muchos puestos de trabajo y revitalizando el mercado interno, debía ser recibido con beneplácito por buena parte del postrado pueblo alemán.

Pero es incuestionable que "Mein Kapf" ayudó y mucho a divulgar el veneno nazi en  Alemania y en el mundo, y que mejor habría sido que ni tan sólo una página de ese genuino  tratado del odio saliera jamás de una imprenta.

Citando nuevamente un certero apunte de Néstor Curbelo Varela, es bien plausible que el texto de Gavazzo tenga como destinatario fundamental la joven oficialidad militar y apunte a ser tema de conversación obligado en los casinos de oficiales de todas las unidades militares. Gavazzo minimiza sus atrocidades y las inscribe en el marco de "actos de guerra" (no había acciones militares en el Uruguay tras la caída del MLN-T en 1972 y los peores crímenes de Gavazzo son de 1976 y años posteriores). Pero más aún, dirigiéndose a un lector que todos imaginamos civil pero bien puede vestir de verde, no sólo le pregunta que habría hecho en su lugar sino que le explica que no se podía hacer otra cosa y que la tortura se hizo, se hace y se hará cuando se trata de un sagrada causa como el "combate al comunismo". De esta manera Gavazzo muy probablemente se esté dirigiendo a los jóvenes oficiales tratando de insuflarles nuevamente la patética doctrina de la seguridad nacional y por ende, haciendo un genuino alegato en favor del terrorismo de estado.

A los jóvenes oficiales que llegaran a leer ese texto, hay que preguntarles qué arma empuñaban Walter Medina, Elena Quinterios, Gerardo Gatti, Fernando Miranda, Oscar Tassino, Nuble Yic, Zelman Michelini, Héctor Gutiérrez Ruis, Julio Castro o María Caludia Irureta Goyena de Gelman, por ejemplo. Y que entiedan que sólo les asistían dos armas: su compromiso con su pueblo y su coraje. Armas que por cierto, "Nino"Gavazzo, no posee ni poseyó jamás ni permiso de tenencia ni mucho menos de porte, en ninguno de los dos casos.

Nadie puede autoconstituírse en guardíán solitario e iluminado de la ética. Todos nos equivocamos, todos tenemos flaquezas, debilidades, malos momentos o errores. Por eso la ética es construcción colectiva y no lección de ningún impoluto erudito. Pero tan cierto como que todos podemos flaquear en algún momentos, es que muy pocos son capaces de picanear a una persona desnuda tendida en una parrilla metálica y húmeda. Y quiero pensar, que muy poco editores son capaces de prestarles 660 y pico de páginas para que se justifiquen, provoquen a sus víctimas y familiares e incluso inciten a nuevas generaciones a recorrer el mismo camino de sadismo y crueldad en el que se involucraran activamente.

Por eso, sin hacer presunciones sobre la legalidad o no de la publicación, sobre la cual la Justicia es quien corresponde que dictamine, como simple y falible ciudadano, obligado a participar desde lo que pueda aportar a la construcción colectiva de le ética de nuestra sociedad, invito a no comprar ni media página de ningún libro que tenga su origen en la Editorial Artemisa.

Porque Editorial Artemisa no sólo publica una asquerosidad lacerante para toda persona de bien, que la tortura es inmunda para cualquier persona honesta y sensata, sea del color partidario que sea. Editorial Artemisa publica una apología de la tortura, un alegato en favor de la triste y terrible doctrina de la seguridad nacional y un genuino manifiesto del Terrorismo de Estado.

Y me corresponde no sólo el derecho, sino el deber, a no financiar con mis recursos, por mínimos que sean, a quienes en su particular sentido de la ética editorial, se prestan para agentes difusores del Terrorismo de Estado. Que de eso se trata este asunto.

Ni media página a Editorial Artemisa y Terrorismo de Estado....¡NUNCA MAS!




sábado, 22 de septiembre de 2012

Cuando las teclas laten. Gonzalo Perera ( Número 200 de EL POPULAR)




El Profesor Ocampo paraba su bicicleta en la esquina de mi casa, con palillos de ropa cuidando sus pantalones de los rigores de la cadena, a menudo para  conversar y discutir con mi viejo. Papá era un  socialista frugonista  de origen, devenido para ese entonces democristiano. Que luego fuera una de los tantos votantes itinerantes dentro de las diversas listas del FA, pero sin irse jamás fuera del Frente. A veces coincidían en su diálogo esquinero, otras tantas se trenzaban en discusiones filosóficas. Ocampo era comunista y mi viejo, un católico del Concilio Vaticano II. Discutieran o concordaran, el respeto intelectual de mi viejo hacia Ocampo era inmenso, tanto como docente de Matemática, tarea en la que eran colegas en mi Rocha natal, como a nivel humano, personal, como militante social y pensador. En las manos de Ocampo, llegaba a mi casa EL POPULAR, para horror de mi vieja, por ese entonces wilsonista. Pero que- justo es decirlo- nunca impidió a nadie- ni a mí que era apenas un niño por ese entonces- que lo leyera libremente.

Para mi ojos infantiles, EL POPULAR era el diario extraño. No lo traía el canillita, sino un destacado profesor de Matemática del liceo del pueblo. Trataba todo tipo de temas, pero de manera muy distinta a los demás diarios, que por ese entonces no inquietaban a mi vieja y hartaban a mi viejo. Por ejemplo, en EL POPULAR aparecían fotos de Fidel, o de Seregni, o de Allende. Cuando mi vieja repetía espantada “qué barbaridad, qué atropello…” ante el salvaje bombardeo al Palacio de la Moneda que en blanco y negro se dibujaba en a vieja TV Punktal, yo sabía perfectamente bien quién era el señor que estaba siendo martirizado en ese momento. Lo había visto muchas veces en EL POPULAR.

La cigarra, según María Elena Walsh, pese a tantas veces que la han matado, sigue cantando al sol. A EL POPULAR lo quisieron matar las balas asesinas y las botas torturadoras. Debió pasar mucho más de un año bajo la tierra. Debió mutar.

Cuando la vieja me vio con “La Hora” en la mano, me dijo…”¡Pero esto es EL POPULAR!” No lo era y sí lo era. Habían cambiado muchas cosas, otras no. Por lo pronto, más allá de si era o no era el mismo medio, a mi vieja ya no le inquietaba. Para ese entonces mi vieja ya era votante frenteamplista, condición que se tomó tan en serio, que cuando veía en la pantalla de una TV ya en colores a Lacalle o Sanguinetti (sus “favoritos“), así hablaran del tiempo, la boca de la vieja era un pororó. Vivía el frenteamplismo con apasionamiento blanco y yo mismo a veces le decía: “Pará, viejita, no es para tanto, no te calentés así que te va  a hacer mal”. Pero la vieja, ante algunos personajes, puteaba cual sargento búlgaro de caballería. La mismísima que-dialéctica pura- se embelezaba de ojos cerrados con  el perlado sonido de su amado piano, la misma que llenaba la casa de luz con una sonrisa resplandeciente de amor y alegría de vivir. La misma que enferma y quebrada por varias caídas, con una fuerza de voluntad que a nadie más le conocí, era capaz- no sé cómo- de tirarse al piso a jugar con sus nietas menores, mis dos hijas, llorando de la risa e ignorando por completo todo dolor.

A mi viejita me tocó cerrarle los ojos y presenciar su último suspiro, cuando se fue en paz a escuchar a Don  Ernesto Lecuona en primera fila, o a saciarse de Rachmaninov en vivo, vaya uno a saber.  Pero unos meses antes de irse de concierto, me tocó comenzar a llevarle EL POPULAR, el semanario, donde para ese entonces yo ya  estaba escribiendo. Lejos de molestarle, cuidadito  que se me  fuera a olvidar  llevárselo, que bien me lo iba a reclamar…

¿Qué tiene que ver Ocampo, mi vieja, y tanto intimismo con EL POPULAR? Todo. EL POPULAR ha conocido diversas épocas y modalidades. Pero es un manantial que por más cascotes que le han querido poner encima, nunca para de brotar y refrescar.

Porque EL POPULAR es un corazón grandote, enorme, es la bicicleta de Ocampo y la voluntad inquebrantable de mi vieja. EL POPULAR es sangre, demasiada, por cierto. Y es sudor, muchísimo sudor.. A lo largo de toda su historia. Es mucha modestia, pero también mucho compromiso y mucha identidad. Esa identidad que alborotaba a mi vieja en el 71 y la complacía al final de sus días. Esa identidad que hizo que aquel gurí rochense conociera a un Chicho Allende sonriente, en épocas de Unidad Popular a pleno.

Créame querido lector, que cuando se escribe en EL POPULAR las teclas pesan. Uno a esta altura ha escrito en varios medios. Pero ninguno tiene esta historia y este legado tan particular.

Aquí le aseguro que las teclas pesan. Porque hay que hacer sentir la voz obrera, que para otras voces sobran páginas  muy complacientes. Porque aquí las páginas las escudriñan esas presencias que no se ven. La seccional 20 en pleno. Peloduro, Arismendi, Massera, Enrique Rodríguez. Gentes de la cultura y el deporte, de los más diversos quehaceres. No todos de igual filiación, pero con un mismo sueño, lleno de colores, alegría, música, pan y rosas.

Aquí las teclas pesan. Me pesan. Porque aunque sean otros lo tiempos, los medios y las formas, siento que lo que yo escriba, Ocampo lo va a repartir en bicicleta por todo Rocha y mi vieja se va a espantar primero, para terminar reclamándolo a voz en cuello después.

Aunque pueda sonar animista y cuasi místico, creo que en EL POPULAR las tecas pesan porque son teclas que laten. Con alma obrera, laburante, sacrificada, heroica, pero también gozadora de la vida, de los pequeñas placeres del día a día.

Salud a todos los que lo hicieron posible en cada época, en cada momento. Salud y Gracias, por hacer posible que el sueño colectivo siga en pie y caminando. También les digo salud y gracias en primera persona, por ponerle corazón a mi teclado. Un corazón bien rojo, pasional, y lleno de vida. Corazón de pueblo, corazón obrero, corazón rebelde y testarudo. Corazón de Revolución, de esa que viene despacito y por las piedras, pero que viene y viene, prendida en la bicicleta de Ocampo, iluminando hasta el rincón más oscuro, como la enorme sonrisa de mi vieja.




lunes, 10 de septiembre de 2012

De Peñarol, brujas, religiones y la (ir)responsabilidad de los grandes medios de comunicación. Gonzalo Perera.


Es tema de conversación y broma en cuanto corrillo futbolero se arme en el Uruguay de estos días el cuasi inverosímil entredicho entre algunos dirigentes  del Cub Atlético Peñarol y una "bruja". A ella habría recurrido un dirigente carbonero para quebrar la mala racha deportiva en el 2009. Le habría abonado el 50% de la suma pactada en el momento, y el saldo del 50% se pagaría contra la consagración aurinegra. Conducido por Diego Aguirre, el Aurinegro obtuvo el Uruguayo 2009-2010 y tras la consagración, los haberes de la bruja pasaron al rubro " impagos hasta el día del arquero" (nunca mejor usada la metáfora). Ante la mala racha que sufre Peñarol desde ese entonces, hubo algún dirigente que sugirió que la bruja habría torcido la suerte carbonera hacia la desgracia y que convendría pagarle.

Pero el tema que era más que nada una curiosidad o humorada recientemente se fue de madre, y por completo, involucrando aspectos más profundos de nuestra sociedad. Por lo cual me parece conveniente repasar e hilvanar algunos hechos partiendo de una capacidad que nos es común a todos los seres humanos: la de razonar y encontrar explicaciones a algunos hechos y procesos.

La historia de la "bruja", más allá de humoradas, podía ser vista como un síntoma de por qué a Peñarol en estos momentos le va mal,  así como por qué como en tantos otros momentos de su historia le ha ido excelentemente: hoy tiene  algunos dirigentes más ocupados en brujas que en generar un clima de tranquilidad, confianza y orden, desde las divisiones formativas hasta el plantel superior. Uno no se imagina al Contador Gastón Güelfi convocando ni a un aquellare ni a un exorcista, sino más bien trabajando y apostando hasta el último centavo por Peñarol. No parece cuestión de magia o hechizos el  poder explicar la diferencia entre dos épocas y dos procederes.

Tiendo a pensar que la mala suerte deportiva de Peñarol es fruto de una mala gestión institucional que se arrastra de varios años (es decir de algo tan racional como: causa-efecto), que las lesiones que otrora fueran un flagelo en su plantel tenían que ver con el acondicionamiento y cuidado físico de sus jugadores, etc. Estoy además  seguro que la doble fractura  con desplazamiento de Tony Pacheco fue  una desgracia que le puede ocurrir a cualquier futbolista y de la que se recuperará, porque siempre se ha recuperado de sus lesiones antes de lo previsto. Es cierto que ocurrió en el día que soñó un año entero, el del reencuentro con la camiseta de su corazón, y que el día era de fiesta pues Peñarol ganaba y Tony había marcado un gol. Pero con el transcurrir de los meses será un trago amargo que servirá para dimensionar las ganas de Pacheco de volver a la cancha y volver a vestir su camiseta, que es la número 8 de Peñarol.

Me gusta recordar lo que dijo un conocido crack de fútbol uruguayo y brasilero "si las brujas incidieran en el resultado de un partido de fútbol, en Bahía todos los partidos terminaban cero a cero".

Pensar en brujas parece un recurso  no solo muy poco racional, sino además muy poco constructivo para afrontar el fracaso, la decepción o la frustración. Pensar más bien en causas, más un pequeño margen de imponderables, de buena o mala fortuna, requiere otra capacidad crítica, otra sinceridad para admitir errores y aciertos.

  Pruebas al canto: cuando en la Libertadores 2011 Peñarol sumó excelente estado físico a jugadores  en plenitud y adecuados para el planteamiento táctico de su técnico Aguirre (Valdez, Aguiar, Martinuccio, Olivera, etc.), si bien no conquistó el Uruguayo, fue vicecampeón de a Libertadores. Y protagonizó finales muy parejas con el Santos. Todo futbolero recuerda incuso alguna decisiós arbitral que le perjudicó, como la ausencía de sanción a Neymar ante su criminal planchazo a Alejandro González en la segunda final, momento exacto en que Neymar logró por primera vez desprenderse del marcador aurinegro  que se lo había "comido", como suele decirse en el fútbol. González termino en camila y fuera de la cancha y Neymar haciéndose presente en el tanteador.  Si Neymar hubiera visto la roja por una jugada violenta y malintencionada, quien puede saber qué otro gallo hubiera cantado. Pero sin exitismos muy propios a la uruguayez, Peñarol logró estar "ahí", a un paso de la gloria y en el segundo lugar continental ¿Por qué?  Porque armó bien el equipo, que se aprendió un libreto muy sencillo y eficaz muy bien y lo aplicó de manera muy consistente. Tuvo su cuotita de fortuna (los horrores del arquero de la Universidad Católica, la patinada de "El Tanque Silva" en un penal que podía dejar a Vélez en la final) y su cuotita de mala liga (como el mal criterio arbitral en la referida jugada de Neymar). Pero todo indica que cuando Peñarol hace las cosas bien  en general le va bien, como le ocurre a cualquier equipo del deporte que sea, y que en todo caso,  más que de ninguna brujería, está preso de improvisaciones y nerviosismos excesivos, que impiden razonar fríamente y comprender cosas tan evidentes como que las divisiones formativas no se recuperan en pocos años tras un prolongado descuido, sino en procesos largos y sostenidos. Como el que hizo- en todo este tiempo- Nacional, "sacando" varios jugadores de primer nivel por cada generación, desde hace ya unos 10 años. Fruto de trabajo bien planificado y ejecutado, y no de suerte o brujería.

 Y por cierto, casi nadie ha resaltado que no habría habido habido un retorno tan esperado de Pacheco si no se hubiera tomado- con iniciativa de Aguirre pero aval directriz- la incomprensible decisión de dejarlo partir para extrañarlo a corazón abierto todo un año. Quizás nadie pensó en medio de lo que es una desgracia fortuita como la fractura, en los autores de una desgracia muy causal y nada fortuita: los que "invitaron a irse" a Tony del cuadro de sus amores, en una decisión que ni entre los peñarolenses, ni entre la mayoría de aficionados al fútbol, encontró casi nadie que la entendiera o compartiera.

Más allá de la inconducente irracionalidad de buscar en brujas lo que se explica en calidad organizacional y de trabajo, cabe refexionar un poco sobre la propia figura de "una bruja". Que es BRUJA y no BRUJO, y no por casualidad.

        La figura de la bruja en la era moderna, es una excrecencia del machismo  sexópata de la Inquisición y sus derivados. MUJERES que por desear gozar de su condición de tales, por querer ser un poquito más libres, por tener una fisiología tan cautivante como incomprendida para la ignorancia inquisidora, eran enviadas a la hoguera por sádicos monjes de diverso pelaje , desde la mítica Salem a la mucho más cercana Lima, por citar dos ejemplos.

En tiempos en que la discriminación de género es penada por ley, aunque tanto falte para asentarlo socialmente como para que dejen de una vez  de morir diariamente mujeres golpeadas por hombres, cabe cuestionarse si reflotar esta mítica imagen de la bruja no se da de bruces contra la actual legalidad y la muy  trabajosa construcción civilizatoria.

El domingo 9 de setiembre por la noche, el programa "Bendita TV" (canal 10, uno de los de mayor rating y que pretende transitar el terreno del humor) emitió una crónica sobre la "bruja" de Peñarol.  En parte de ella,  aparecía la  Mae Susana Andrade, en una entrevista de años atrás, posando su mano sobre una camiseta aurinegra con el número 8 (la de Tony). Descuento que no residió mala intención en nadie, sino inadvertencia, pero ante un hincha de Peñarol muy dolido  por la  dobre fractura de su ídolo, ante los rumores de brujería sumados a la insensata identificación del umbandismo con la brujería que aún permea nuestra sociedad, esas imágenes bien pueden haber expuesto a Susana Andrade al odio o animadversión de más de siete. A la mañana siguiente, "Buen Día Uruguay" (canal 4) volvió por el mismo trillo. Si Susana Andrade es objeto de desprecio o agresiones por parte de hinchas descontrolados ( que  nunca faltan), que se hayan "manijeado" con esas imágenes...¿Quién se hará responsable por  una exposición tan poco oportuna?

Las religiones traídas a nuestras tierras a sangre y fuego por los conquistadores europeos, son consideradas- en la mayor parte de nuestra sociedad y sobre todo en los círculos del poder- como "serias". Entre tanto las regadas por el dolor y el sufrimiento del cautiverio (las de los pueblos originarios o de origen africano) son despreciadas y homologadas a la "brujería". Las religiones "serias" asesinaron en la hoguera o bajos diversos flagelos a incontables víctimas y han tenido una asqueante proximidad al poder fáctico, incluyendo dictaduras, en más de una ocasión, pero, socialmente, para una sociedad que además de machista , es racista y es clasista, siguen siendo las religiones "serias".

  Si el Cristo Redentor volviera y  debiera optar entre una distinguida y fastuosa catedral,  o los gestos de gratitud quechuas y aymaras ante la Pacha Mama y su generosidad, o el atabaque y su recordatorio del desarraigo, de la supervivencia de la espiritualidad al látigo, al grillete, y al terror... ¿dónde se sentiría más cómodo?

En el tratamiento ligero, inmerecido, irresponsable y discriminatorio de la imagen y figura de Susana Andrade subyace, sin duda alguna, el menosprecio eurocéntrico y clasista a las manifestaciones religiosas de origen en los pobres y explotados de América.  Susana Andrade fue mediáticamente objeto pasivo de triple discriminación: doble por su condición femenina y  por el origen étnico y antropológico africano y sincrético de la religión que profesa en el Africa. Pero triple. por tratarse de un claro acto de discriminación de clase, hacia  la religión portada desde los barcos negreros hasta hoy por los pobres.

También subyace en este episodio  la excesiva consonancia de los distintos grandes medios de comunicación social de Uruguay (grupos 4, 10 y 12), tema al que me he referido varias veces y que apela urgentemente a una Ley de Medios.

Pero a espera de la resolución de lo general, y partiendo de la base  de la buena fe de los trabajadores de los medios involucrados en el caso particular, espero que, como es de rigor. procedan a corregir de inmediato  una muy desafortunada exposición mediática que arriesga a una mujer de bien como Susana, de manera completamente injusta,injustificada e injustificable.

Mientras Peñarol, el grande del Contador Gastón Güelfi, abandona la caza de brujas para bien de la cultura popuar y de sus propios intereses deportuvos, mientras la sociedad termina de entender que el umbandismo es una expresión religiosa tan legítima y genuina como cualquier otra y que la igualdad de derechos entre hombre y mujeres no es "una jodita para Tineli", la pelota está en la cancha  de los medios que cometieron semejante despropósito. Tienen la pelota en sus pies, y sin bruja alguna alrededor que les impida dirigirla correctamente hacia la única meta admisible: la solicitud de disculpas y/o reparación a la persona de la Señora Susana Andrade.






jueves, 6 de septiembre de 2012

La lucha de clases. Martín Caparrós.


El ritual, triste, se repite: este año, como cada año, llega el principio de las clases y no hay clases. En este caso las escuelas no abrieron o abrieron poco en ocho provincias donde se educan dos tercios de los chicos argentinos: como todos los años. Hace justo tres escribí una columna que decía, también, que “hoy empiezan las clases y no empiezan las clases: para la mayoría de los alumnos argentinos, esta mañana no hay escuela. Los maestros de medio país van a la huelga para pedir un sueldo que ninguno de nosotros, periodistas, por ejemplo, aceptaría ni para empezar. Son sueldos tan elocuentes, tan didácticos: dicen, antes que nada, que a la sociedad argentina la educación le importa tres carajos. O, más preciso: que a la sociedad argentina le importa tres carajos la educación de sus pobres.”
Para bien y para mal soy un producto de la escuela pública argentina, y me gusta que así sea. Mi hijo también fue a la escuela pública, pero en las décadas que pasaron desde que empecé primer grado –inferior– nuestro sistema educativo cambió brutalmente. Cuando yo era chico sólo iban a colegios privados los garcas que querían educarse a fuerza de hostias y los raros que preferían hablar otros idiomas y los vagos que la escuela pública no soportaba más. Pero mis amigos y yo –hijos de la clásica clase media porteña– sabíamos que el sistema de educación estatal era nuestro lugar: la escuela pública era la mejor, la primera opción. Ahora no: mis amigos dudan mucho antes de mandar a sus hijos a una escuela del Estado –y muchos no lo hacen.
“La educación pública ya no es para todos, ni para el que la elige; es para quien no tiene más remedio”, decía entonces. “Tres de cada cuatro alumnos estatales pertenecen al tercio más pobre de la población. Entre el 20 por ciento más pobre, nueve de cada diez van a la escuela pública; entre el 20 por ciento más rico, uno de cada siete. Y la tendencia se acelera: en 1997 el 24 por ciento de los chicos acomodados iba a escuelas públicas; en 2006, según un informe del Centro de Estudios de Políticas Públicas, sólo el 15 por ciento. Así que, entre 2003 y 2006, en apenas tres años kirchneristas, 800.000 argentinitos –casi todos los que pueden– pasaron del público al privado. En la escuela sarmientina quedan los que no pueden: los más pobres.
Ahora, tres años después, la tendencia se mantiene,la privatización aumenta. Según la Encuesta Permanente de Hogares, del 26 por ciento de chicos que iban a escuelas privadas en 2003 se pasó, en 2011, al 37,5 por ciento: la privatización de la educación argentina es una de las tendencias más sostenidas del peronismo kirchnerista.
Por lo que sigue siendo cierto que “el fracaso de la educación pública es el efecto más espectacular del derrumbe del Estado argentino. Solía ser su estandarte: la forma más eficiente de producir esa relativa integración social que nos constituyó como país, en esas aulas donde, bajo los delantales blancos, las clases sociales se mezclaban por un rato y se formaban con las mismas consignas, las posibilidades brevemente emparejadas. La educación pública servía para equilibrar, para integrar, para ‘redistribuir’ -y para producir un país más educado, con mejores posibilidades en todos los terrenos”. Ahora parece como si no importara. Porque los poderosos argentinos ya no intentan cohesionar su sociedad con instrumentos tales como escuelas. Han decidido aceptar que un cuarto o un tercio de ella quedarán fuera de cualquier integración: marginados, desechados. La caída de la enseñanza pública es, más que nada, el efecto de un cambio de planes.
Y, para colmo, los que manejan el Estado no tienen ningún interés personal en la educación pública: hace mucho que mandan a sus chicos a colegios privados.”Es una característica de muchos estados actuales –sus dirigentes no se incluyen en ellos, no usan sus escuelas y hospitales, no le pagan impuestos, no respetan sus leyes– y es curiosa: ¿quién se imagina al gerente de la cocacola pidiéndose una pepsi?”, decía en 2009 y que, por eso, tenía “una propuesta populista para encarar la cuestión educativa”.
Era una ley, decía, “que habría que votar cuanto antes: ‘Queridos gobernantes, no todo pueden ser alegrías, ganancias extraordinarias, honores merecidos, gratitud popular. Los cargos deben tener alguna carga. Y ésta será modesta pero inflexible: se ordena, so pena de prisión y pedorreta pública, que todos los funcionarios del Estado -de un nivel equis para arriba- manden a sus hijos y nietos, sin excepción, a la escuela estatal más cercana”. Es posible que, entonces, la educación pública mejore seriamente. Así estamos, en la lucha de clases.”
Aquel texto circuló. Ahora está entre las fundamentaciones del proyecto de ley que presentará mañana en la legislatura de la ciudad de Buenos Aires el diputado Alejandro Bodart (MST en Proyecto Sur): Obligatoriedad de todos los funcionarios políticos de educar a sus hijos en escuelas públicas y de atenderse en hospitales públicos.
Artículo 1°. Para ser Jefe/a de Gobierno, Vicejefe/a de Gobierno, Legislador/a o funcionario/a político/a con nivel de Director General o superior del Poder Ejecutivo o del Poder Legislativo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sea o no electivo su cargo, constituyen requisitos:
La asistencia de sus hijos/as a cargo, en edad escolar obligatoria, a establecimientos educativos públicos de gestión estatal.
Su atención y la de su grupo familiar en el sistema público de salud.
Art. 2°. Todo/a funcionario/a incluido/a en el artículo 1º debe presentar anualmente una declaración jurada en la cual consten los siguientes datos:
Apellido y nombre de sus hijas/os a cargo menores de dieciocho (18) años de edad, si concurren a establecimiento educativo o no; en caso afirmativo, nombre del establecimiento.
Apellido y nombre de los integrantes del grupo familiar; en caso de recibir atención de salud, nombre del establecimiento.
Art. 3°. El plazo de presentación de la declaración jurada vence el día 30 de abril de cada año. Su no presentación en término o el ocultamiento o falseamiento de los datos es causa de las sanciones previstas en el artículo 248 del Código Penal de la Nación, sin perjuicio de otras sanciones que pudieran corresponder.
Art. 4°. Lo establecido en los artículos precedentes es aplicable también a los/as magistrados/as y funcionarios/as del Poder Judicial, a los/as funcionarios/as de los Órganos de Control, a los miembros de las Juntas Comunales y a los/as directores/as del Banco Ciudad, de los organismos descentralizados y entidades autárquicas y de las empresas y sociedades del Estado de la Ciudad, así como de los entes interestaduales y del Hospital de Pediatría SAMIC “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”.
Art. 5°. Comuníquese, etc.
Cláusula transitoria: Los/as funcionarios/as públicos/as comprendidos/as en los artículos 1º y 4º que se encuentren en ejercicio de su cargo a la fecha de sanción de la presente ley tienen un plazo máximo de doce (12) meses para efectivizar el cumplimiento de los requisitos establecidos en el artículo 1º.
El proyecto se presentó ante el público el viernes 2 de marzo a las 18 horas en el salón Juan Domingo Perón de la Legislatura porteña, con un debate entre el dirigente docente Manuel Gutiérrez (ADEMYS), el dirigente de la salud Jorge Yabkowski (CICOP), el diputado Bodart y yo.
En los días siguientes deberá ser discutido por los legisladores. Aunque los funcionarios porteños no deberían preocuparse. Es improbable que el macrismo o el kirchnerismo lo apoyen, así que el proyecto no tiene muchas posibilidades de convertirse ley. A menos que.
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martes, 4 de septiembre de 2012

Dra. Graciela Muniz Terrera, estadística uruguaya reconocida por sus aportes al estudio de la capacidad cognitiva del adulto mayor. Gonzalo Perera

Graciela Muniz Terrera es uruguaya, obviamente mujer, es madre y vive desde hace unos cuantos años en Gran Bretaña. Ronda la cuarentena, pero la conocí jovencita, muy jovencita. Si la memoria no me engaña, en alguna ocasión le tocó sufrirme como docente. 

Y ciertamente no me confundo cuando la recuerdo como compañera de trabajo más joven que yo, remando contra dificultades contra las que yo no tuve que lidiar. Entre ellas una nada menor: ser mujer y no ser fea, que en nuestro país sigue siendo sinónimo de “algo habrás hecho”. 

Pero además, desde sus estudios de Licenciatura en Matemática  a sus posgrados en Estadística, debiò cargar con la pesada mochila de no interesarse tanto por el saber “per se” sino en tanto y en cuanto herramienta al servicio de la sociedad, de los problemas prácticos del ciudadano como Ud. y como yo.

 En el mundo académico, no pocas veces, se impone la máxima del saber por amor al saber y no por amor a la realización concreta, que es a veces objeto de desconfianza cuasi fiscal.

Graciela Muniz Terrera se fue de Uruguay con sus títulos de Licenciada y Master en Estadística y se doctoró, en igual disciplina, en Cambridge, Reino Unido. Allí reside desde entonces con su familia, trabajando en el MRC (Medical Research Council)- Biostatitiscal Unit, como investigadora concentrada en una tema crucial para un país de la composición etaria de Europa o del Uruguay: la evolución, declive, regulación o fortalecimiento de las capacidades cognitivas en el adulto mayor. La Ciencia al servicio ya no sólo de mas cantidad de vida, sino de más calidad de vida. La Ciencia al servicio de la edad avanzada no como lastre o carga, sino como capital de experiencia y saber acumulado, que, bajo buenas condiciones cognitivas y comunicacionales, redunda en el enriquecimiento  de las generaciones sucesoras.


Siguiendo tradiciones de larga data en la escuela anglosajona de Estadística, la revista "Journal of Applied Statistics" ( prestigiosa publicación que es además una de las que más  seguimos todos quienes nos interesamos en las aplicaciones directas) distingue al mejor trabajo de investigación publicado en cada año.


A través de dicha revista, me enteré que la investigación ganadora del último año (2011), que acaba de ser anunciada, es: 

Graciela Muniz Terrera, A. van den Hout & F. E. Matthews
Random change point models: investigating cognitive decline in the presence of missing data
vol. 38(4), pp. 705-716

 Esta distinción habla a las claras de la calidad científica del trabajo de Graciela.

 El que yo me haya enterado de manera completamente indirecta, habla de su estilo y calidad humana.



Un poco de contexto, vital y académico: a Graciela le tocó vivir. Y vivir no siempre es pan y rosas. Le tocó superar una mononucleosis, diversos desafíos de la vida. Le tocó amar y ser amada, ser madre. Y también le tocó aportar para el conocimiento colectivo. Y mucho. Y muchos jóvenes uruguayos tienen mucho para dar. Solo necesitan que la sociedad (en general o quienes le rodean) no sean tan amargos y mezquinos con ellos. Y crean en ellos, apuesten por ellos, respeten sus crecimientos y logros.

Para la Estadística, la Royal Statistical Society (RSS, con sede en Londres) es, tanto por sus aportes históricos al desarrollo de la disciplina como por su permanente y actual vigencia, un punto de referencia ineludib
le. Si se me permite la comparación, algo así como una especie de “La Meca” de la Estadística.

Mi compañera y colega, Graciela Muniz Terrera, que se doctorara en el seno mismo de la riquísima tradición de la estadística británica, fue una de las conferencistas invitadas por la Sección de Estadística Médica de la RSS el 8 de Febrero del 2011 .

El tema de la sesion fue “Structural Equation Modelling”  y Graciela presentó entonces sus destacados trabajos en modelos matemáticos para describir la evolución o declive de organismos. Y expuso las valiosísimas aplicaciones de los modelos que ella desarrolló  a la psiquiatría o psicología del adulto mayor. Específicamente, las contribuciones de Graciela  permitieron desarrollar y aplicar modelos para describir y entender mas profundamente la pérdida de la capacidad cognitiva del adulto mayor (como ocurren en el mal de Alzheimer y otras patologías similares).


Son pocos los estadísticos que son invitados  a dar una conferencia en la RSS. Puedo dar cabal fe de que se cuentan con los dedos de una mano los ejemplos en América Latina. Eso de por sí es una distinción mayúscula a una compañera que, como es obvio, todos quienes la apreciamos disfrutamos profundamente.


Pero además, para todos quienes entendemos que la Matemática y la Estadística es una herramienta más no sólo para describir el mundo sino para transformarlo aunque sea un poquitito (en una suerte de modesta versión de la Tesis XI sobre Feuerbach), la temática  tratada y los aportes de Graciela son realmente uno de los ejemplos a mencionar como referencia para los más jóvenes. La Matemática no puede curar por sí sola el Alzheimer, por ejemplo, pero es una herramienta más dentro del inmenso arsenal que llevará, algún día, a derrotarlo. 


Hoy nuevamente, Graciela acaba de ser distinguida por su trabajo científico de singular valía para la sociedad en su conjunto y para uno de sus sectores más vulnerables: nuestros mayores.

En nuestros medios atestados ( o apestados) de crónica roja, chimentos, dimes y diretes, baile de caño, noticias funcionales al descrédito, desánimo y falta de confianza o a la pretendida omnipotencia de unos (muy) pocos, una genuina NOTICIA como el trabajo y el recorrido vital de Graciela Muniz Terrera, sus descubrimientos y aportes a la Ciencia Universal, probablemente jamás serán titulares.

Por eso, con toda la debida admiración y gratitud a la colega y a la amiga, aquí, en este rinconcito, el trabajo, los descubrimientos graduales y permanentes, y la destacada reciente distinción de Graciela Muniz Terrera es algo más que noticia:

ES  GOZOSA Y ESPERANZADA CONVOCATORIA A TODAS LAS JOVENES URUGUAYAS QUE PUEDEN SEGUIR- SI ASI SE LO PROPONEN Y SI LA SOCIEDAD LES DA UNA MINIMA CHANCE DE HACERLO- O INCLUSO AMPLIAR, EL SENDERO VITAL Y CIENTIFICO QUE GRACIELA HA EMPRENDIDO CON MUY SINGULAR DESTAQUE