Sobre la moción de censura al Ministro Bonomi. Gonzalo Perera


- Es
notorio que guardo respeto hacia toda persona, así piense diametralmente
opuesto a mí. En el caso de diputado José Carlos Cardoso, ese respeto genérico
se carga de recuerdos afectuosos. En mi pueblo natal, Rocha, José Carlos
era un estudiante de magisterio sumamente humilde a quien mi padre ayudaba
en sus estudios, dándole clases de Matemática. Es sin duda una persona que
se ha hecho desde abajo y en base a romperse el lomo trabajando y eso, en
el Partido que sea, me merece mucho respeto. Como integrante del Secretariado
Ejecutivo de ADUR (gremio de docentes universitarios), me tocó en su
momento escribirle un mail diputado Cardoso solicitándole una entrevista
para plantearle la posición de nuestro gremio frente a un tema de nuestra
directa incumbencia que estaba a consideración parlamentaria. No recuerdo
exactamente el tema, pero sí recuerdo su respuesta cariñosa y fundamentalmente
su expresión de gratitud hacia mi viejo, a quien le hizo llegar todo su
afecto y le señaló que no olvidaba que mi padre le había obsequiado los
libros para estudiar, que él no podía pagarse. Fue muy lindo para mi papá
leer ese mensaje de José Carlos, lo hizo feliz saber que aquel muchacho de
túnica blanca, hoy diputado, lo recordaba con cariño y gratitud. Y ese
gesto del diputado Cardoso, independientemente de cualquier diferencia de
opinión que con él pueda tener, que naturalmente las tengo, fue un gesto
de hombre de bien. Y esas cosas hay que decirlas sin vueltas ni ambigüedades.
- El
ministro Bonomi, desde la cartera
de Interior, a mi modesto juicio, cometió algunos errores. No me gusta
andar con vueltas y anoto tres: a) Los famosos “megaoperativos” u “operativos
de saturación” que para muchos de nosotros se parecían muy peligrosamente
a las viejas y detestadas “razzias” y cuya efectividad fue, en algunos
casos, prácticamente nula. b) Permitir el alejamiento- en medio de una polémica-
de un profesional de la talla de Rafael Paternain, quien brindaba una alta
confiabilidad a los guarismos sobre criminalidad, su análisis y
tendencias. c) Quizás ligado a b), comprometer algunas metas ante el
Parlamento, que parecían un genuino
acto de optimismo.
- Del
mismo modo, el ministro Bonomi es notorio que se rompe el alma en el
ejercicio de su cargo. Errará, no caerá simpático, se podrá decir lo que
se quiera de él, mas no se puede negar que es un ministro de dedicación
ultra-full-time.
- El
ministro Bonomi no generó ni alentó las situaciones de inseguridad que nos
afectan a los ciudadanos. La generaron los 45 años que van del 1960 al
2005 en que, crisis económica, social y cultural, el tejido solidario de
la sociedad uruguaya se hizo trizas, dejando regueras de marginación y
exclusión, con la consecuente incursión en la delincuencia como manera de
sobrevivir de muchos que están o se sienten dejados de lado por todos los
demás. Esa delincuencia a menudo brutal y salvaje, es fruto de décadas de
destrucción social y no se revertirá sino en décadas de políticas de
integración social y combate de las desigualdades y exclusiones. El
ministro Bonomi no puede solucionar este problema, pero sí puede y debe
atenuarlo, disminuirlo, mediante el uso de las fuerzas que el Estado
dispone para custodia de la seguridad publica. Y el más afectado por la
criminalidad no es el gran millonario que puede poner doscientas alarmas a
su alrededor, es el trabajador humilde, que anda en la calle, camina o
toma el bus y tiene una modesta vivienda. Por lo cual no se puede ni se
debe confundir la acción de velar por la seguridad pública con ser de
derecha o fascistoide. No hay que confundir chancho con bicicleta.
Proteger el derecho a la integridad del trabajador y de su familia, es
algo que debe hacer la izquierda, a quien por ende no debe temblarle la
mano si debe recurrir a aumentar medidas de vigilancia o represión del
delito que sean eficaces y respetuosas del Estado de Derecho.
- El Director
Nacional de Policía, Julio Guarteche revelaba un tiempo atrás en una entrevista
una media de 5 mil casos/año de corrupción policial. Es una tasa
preocupante. La corrupción es propia a la especie humana. Pero el contacto
cercano al delito, al dinero que el mismo mueve, el stress y bajo salario
que muchas veces percibe el funcionario policial, lo expone de manera muy
singular a la tentación. Y es así que si bien, como en toda profesión, hay
de los unos y de los otros, la institución policial, además de carencias
de efectivos, de recursos de equipamiento y entrenamiento o de remuneración,
se ve muy debilitada por los policías que son cooptados por la
delincuencia organizada. Con ese
cuadro de situación debe lidiar el Ministro Bonomi, y se están tomando
medidas para aumentar efectivos, entrenarlos mejor, equiparlos mejor, ha
ido aumentando su remuneración gradual pero persistentemente. Habrá
cometido errores el Ministro Bonomi, pero… ¿Quién es el fenómeno que
mejoraría el panorama en unos meses? O dicho de otro modo: ¿Hay muchas
variantes distintas a las ensayadas por Bonomi para tratar de enfrentar la
situación con los insumos con los que cuenta? Mi más honesta opinión es:
NO. Todo puede ser un poco mejor o un poco peor, pero en el problema de la
seguridad, que es sin duda preocupante, no veo ninguna solución mágica ni
al Mandrake que la pueda aportar. Por cierto el recurrir a las Fuerzas
Armadas (no entrenadas para esta misión) o a la creación de una Guardia
Nacional (del estilo de la Gendarmería Argentina) como han sugerido
algunos dirigentes blancos, difícilmente cambie de raíz la situación:
puede subsanar parcialmente la escasez de efectivos, pero puede generar
que el fenómeno de corrupción antes referido se instale en los efectivos
militares y que en definitiva ese aumento cuantitativo no devenga mejora
cualitativa. Para muestra, basta un botón: sobre el ingreso de armas,
celulares y otros efectos supuestamente vedados a los penales, hemos visto
como cuadros policiales y militares, que custodian a nivel interno y
externo los centros de reclusión, respectivamente, se culpan mutuamente.
Un razonamiento de Perogrullo sugiere que para ingresar un arma a un
centro penitenciario se necesita la aquiescencia o distracción de alguien en la guardia externa
Y en alguien en la guardia interna, pues donde sólo una guardia fuera 100%
eficaz, no podría llegar una pistola hasta una celda. Si tienen más culpa
unos u otros, parece un discusión casi bizantina. Lo relevante es que el
recurso a efectivos militares “per se” no parece ser la pócima mágica. En
todo caso, parece más saludable el pasaje de efectivos militares a la
institución policial, previos cursos de capacitación adecuados. Acaba de
egresar una primera camada. Bonomi no puede tirar semillitas y cosechar
agentes entrenados, está haciendo, me parece, lo que, detalles más o
menos, cualquiera que se tomara su cargo en serio intentaría hacer.
- El
diputado José Carlos Cardoso acaba de interpelar al ministro Bonomi y
presentar una moción de censura en su contra. Ambos recursos completamente
constitucionales, aunque muy distintos. Algunos analistas ligan este hecho
a las aspiraciones presidenciales del diputado. Me parece un comentario
irrelevante y fuera de lugar: lo haga por el motivo que lo haga, se trata
de si es correcta o no la interpelación y moción. Y allí mi opinión se
fragmenta. Un diputado puede (y diría debe) interpelar a un ministro cuya
gestión le merece interrogantes relevantes. A mi juicio, está muy bien que
el diputado Cardoso interpele al ministro Bonomi y que exponga su visión
muy crítica de su gestión y que el ministro dé sus respuestas. Hasta ahí,
no tengo objeción alguna. Sin embargo creo un inmenso error del diputado
Cardoso el promover la moción de censura. Porque no creo que el diputado
Cardoso, que es un hombre inteligente, pueda tan siquiera imaginar
seriamente que con otro ministro y otras medidas se lograrían unos
resultados radicalmente distintos. Insisto: errores hay, y yo mismo señalé
tres. Correcciones siempre se pueden hacer y las críticas parlamentarias mucho
pueden contribuir a ello. Pero magia, en estos temas, no hace ni Bonomi,
ni Mandrake. Y me parece un genuino “cortar el hilo por el lado más fino”
mocionar la remoción del Ministro, o incluso anticipar elecciones, como si
acaso el Partido Nacional fuera a gestionar mejor la situación de la
seguridad, cuando en los 34 años democráticos de gestación de la matriz
social de la inseguridad, en 12 gobernó el Partido Nacional y en los
restantes co-gobernó junto al Partido Colorado. La propuesta es injusta,
efectista y nada efectiva, pero además, suena extraña en boca del Partido
de quienes firmaron, en las manos
de Juan Eduardo Azzini (a quien aún hoy reivindican, por cierto), la
primera carta-intención con el FMI, genuina apertura de la Caja de Pandora
para la sociedad uruguaya.
- El
diputado José Carlos Cardoso, que quede claro, cuenta con todo mi respeto
y con el afecto sincero que vienen de los recuerdos al principio narrado.
Lo sé un hombre inteligente y metedor, luchador, trabajador. Y
sinceramente lo creo un hombre de bien, cuyas intenciones- más allá de las
expectativas políticas que pudiera tener, que si las hubiera serían legítimas-
seguramente son actuar en beneficio de la sociedad. Creo que hizo bien en
interpelar al ministro Bonomi. Pero creo que cometió un inmenso y riesgoso
error al mocionar su censura, pues sin duda sin quererlo, está promoviendo el reduccionismo y el
facilismo en una tarea harto difícil, donde todo lo que se hace (que se
debe hacer, insisto) nunca será tan espectacular como lo que no se puede
hacer, y donde quien debe enfrentar
tamaña situación, no es quien la generó durante 45 años.
- El Parlamento debe rechazar enérgicamente
la moción de censura al ministro Bonomi. Puede indicarle mil críticas o
sugerencias, pero no puede hipotecar su credibilidad y seriedad haciendo
una jugada “para la tribuna” pero cuyo efecto concreto sobre la problemática
planteada será absolutamente nulo, o incluso nocivo. Con todo el respeto
que me merece el diputado interpelante, su partido y su tradicional
aliado, el Partido Colorado, sin santificar ni demonizar a nadie, sin maniqueísmos
ni simplismos, ésta es mi sincera opinión.
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