Más de siete veces, querido lector, he insistido sobre la necesidad de
dar base material, objetiva y corpórea a los mecanismos de integración
regional. Que no se hacen bloques contrahegemónicos con discursos, sino con
empredimientos comunes, posturas comunes, complementación y cooperación
concretita.
Y obviamente, sobre los diversos marcos institucionales de integración,
varias veces he referido a la necesidad de intensificar el acercamiento al
ALBA, por ser éste el bloque más nítidamente anti-imperialista por un lado , y
más avanzado en medidas efectivas de integración, por otro. Por supuesto que
el gran paso allí pendiente para Uruguay es pasar de miembro observador a
miembro pleno y confío que ese paso se dé en un momento u otro.
¿Pero mientras tanto, qué hacemos, acaso nos cruzamos de brazos a esperar un tan
agraciado y esperado gesto? Por supuesto que no. Entre tanto, por el contrario,
hay acumular mil y un pasos pequeños pero muy tangibles, que profundicen el
acercamiento a los pueblos del ALBA, en diversas esferas de la actividad.
Quisiera referir a uno de esas esferas, que es la que tiene que ver con
la vida académica. Universidades, institutos de investigación del Estado,
sociedades científicas en las más diversas disciplinas, etc.
La historia del desarrollo académico en América Latina es, en un 99%,
claro ejemplo del desarrollo capitalista diferenciado y dependiente. La
cooperación entre investigadores de diversas procedencias para- acumulando capacidades
y recursos de diversa índole, poder avanzar hacia nuevos y mejores
descubrimientos- es absolutamente
esencial en la Ciencia y en la vida académica en general. Pues durante décadas,
fue moneda corriente en América Latina el que, por ejemplo, un investigador
uruguayo trabajara de manera intensa con colegas de alguna institución francesa
mientras algún colega chileno lo hacía con sus pares de otra institución
francesa, cuando los investigadores
chilenos y uruguayos no sumaban en casi
nada y a duras penas conocían cada quien el trabajo del otro. Legado
obvio de un pasado de dependencia colonial, América Latina investigaba y creaba
conocimiento con la metrópoli, sin mirar hacia el costado, aunque el costado
fuera ahí nomás geográficamente. con mucho
mayor cercanía cultural , de necesidades e intereses.
Que no se malintreprete: no se trata de cercenar la cooperación genuina
y horizontal con ningún académico del mundo, ni de ninguna forma de xenofobia
encubierta. de lo que se trata es de fortalecer lo endémicamente débil: la cooperación sur-sur, dentro de la misma
región.
En las últimas 2 décadas ha habido varios avances significativos en ese
terreno, pero aún por debajo de las necesidades y posibilidades de la época.
Somos varios quienes tenemos la suerte de sentirnos en casa en otros lares de
la región, e incluso en distintos lares, o que hemos tenido responsabilidades
en la dirección de integrar la investigación y conocimiento regional en
nuestras disciplinas. Pero justamente desde esa visión cercana, es evidente que
hay mucho, muchísimo más por hacer.
En particular, una esfera muy puntual pero relevante de acicate a la
integración al ALBA es la cooperacióna académica entre el Uruguay y los países
del ALBA. Intensa en algunas áreas, mediana en otras, casi nula en algunos
casos, la realidad actual luce heterogénea.
Creo firmemente que hay que avanzar con decisión en esa dirección, por la senda del marco de acuerdos de cooperación concretos a muy diversos niveles, por intercambios universitarios (de estudiantes y de docentes) en muchas disciplinas o por consolidar sociedades académicas conjuntas y temáticamente específicas.
No quiero soslayar el punto donde a mi juicio residen buena parte del
problema: el posicionamiento ideológico
de parte de los académicos uruguayos. Que
ven con temor que el acercamiento al ALBA signifique "perder
puntos" ante el status quo, ante los organismo locales y multinacionales
de financiación de la investigación. O que temen que dichos acercamientos les
coarten posibilidades de interlocución política. O que consideran que en el
norte se pueden conseguir fondos para solventar proyectos que en el ALBA no
serán tan viables. Cualquiera de estas actitudes, es una proyección clara del
modus vivendi del intelectual funcional: pensemos y opinemos, siempre y cuando
no nos comprometamos excesivamente y eventualmente estorbemos al poder.
Naturalmente esto es sólo una parte de la comunidad académica; hay otra
muy enraizada en la tradición de compromiso con la región y con los proyectos
populares, que viene desde el
histórico"obreros y estudiantes unidos y adelante" y que no
reniega ni de su pasado ni de su identidad. Académicos con un profundo
compromiso con la suerte de las clases trabajadoras y de los pueblos del sur,
lo cual no significa en absoluto ser menos exigentes, rigurosos o de menor
calidad. Basta invocar un nombre para ejemplificarlo: José Luis Massera ¿Quién
con mayores credenciales de compromiso con la causas de las clases trabajadoras
y de los pueblos del sur?¿Quién con mayores credenciales de rigor científico ,
calidad, autoexigencia e impresionante trayectoria como investigador?
El espíritu de Massera sigue vivo y pide cancha, particularmente en
nuevas generaciones de universitarios
serios y combativos, que constituyen la mejor novedad de la Universidad del presente y futuro
inmediato. Como reverso, intelectuales funcionales, que miden cada paso de
acuerdo a un eje principal que es su posicionamiento individual en relación al
poder, no escasean en la viña del Señor.
Ambas manifestaciones existen, como polaridades que reflejan las grandes
contradicciones de la época. Que expresan a su turno las necesidades de los
pueblos en lucha y los ecos egocéntricos
e individualistas de la dictadura y de la década neoliberal.
Los académicos no hacen Revoluciones. Las hacen los pueblos . Pero para
que los pueblos lleguen a dar saltos cualitativos hay que acumular avances
cuantitativos varios y muchos. Y la esfera académica es un terreno que no se
debe despreciar ni dar jamás por entregado. Porque si se pone en sintonía con
los intereses populares puede ayudar y mucho a dar pasos certeros hacia una
nueva fase en la lucha por la liberación de los desheredados de la tierra. Y si
juega en contra, dificulta y enlentece ese mismo proceso.
Por eso, y en honor a las mejores tradiciones que nos nutren desde la
memoria, desde las actividades académicas, es indispensable que se refuercen
los gestos de acercamiento y sinergias múltiples con el ALBA. Muchos gestos, diversos, que deben ser
realizados en el tiempo y momento justo, con los reflejos necesarios para saber
ver cuándo la oportunidad para la integración asoma .
Será un pasito, pequeño, uno de tantos, pero uno imprescindible, para el
acercamiento pleno al ALBA. Pues compartir los saberes y construírlos en
conjunto, predispone a los pueblos a trabajar, vivir y transitar por una misma
senada liberadora.
Y porque la integración no son versos y poemas, son hechos, realidades y
vidas, con nombre y apellido, que cambian .
La realidad termina convirtiéndose en poesía que cantan los hombres y viste su piel. Y es papel de los académicos ser parte de los procesos de transformación en el conocimiento y en la investigación, devolviendo al pueblo lo que pagó con sus impuestos. A modo de ejemplo un estudiante de secundaria es un gasto y una inversión de 4000 mil pesos mensuales, una carrera universitaria, unos 40 mil dólares aproximadamente y es dinero que los compatriotas pagamos. Sí es necesaria la integración del conocimiento, y la aldea global ojalá nos encuentre soldiarios y fraternos. Un abrazo Gonzalo, gracias por compartir y en Massera siguen vivos los anteriores y presentes investigadores en cada una de las ciencias de este país y del mundo, más allá de ser nuestro es de la humanidad,
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