Partamos de una base presumiblemente compartible: el ser de izquierda,
sea comunista, anarco, socialista o de cualquier varietal de las zurdas vides,
tiene que ver con el dolor y la propiedad. Básicamente con qué hacer con el uno
y con la otra. Y sobre todo, con qué hacer con una combinación particular del
uno y de la otra: el dolor ajeno.
Si del dolor ajeno nace el desgarro interior, la rebeldía, el deseo
irrefrenable de cambiar todo-empezando por uno mismo y sus metidas de pata-
colijo que la izquierda despunta. Si del dolor ajeno nace la indiferencia,
seguramente un neo-liberal golpea la puerta. Y si del dolor ajeno nace un
eficaz cronista del morbo, un informativista "standard" asoma al
horario central.
Muchas noches de mi vida trancurrieron bajo las estrellas de la pequeña
Venecia, que de allí debe su nombre Venezuela. Algunas en lugares idílicos, en
un país donde toda geografía imaginable tiene lugar. Otras no tanto, con fondo
musical de tiroteos en la esquina de mi casa, en la Venezuela del pacto de
Punto Fijo, donde COPEI ( social cristianismo) y Accion Democrática ( los
"adecos", social democracia) se aseguraron una alternancia perfecta,
con un tercero muy claramente excluído: el Partido Comunista.
Barrio adentro, con verborragia exhuberante, con camperas estridentes,
con chistes no siempre medidos según
nuestras costumbres sureñas, con inteligencia y lucidez estratégica
ejemplares, con Cristo y con Fidel, un hombre, un ser humano (por ende
imperfecto) , en su particular peripecia y mixtura, se ganó el corazón del pueblo-pueblo
venezoano. Por una razón muy simple: siempre fue uno de ellos, hasta en sus
excesos, y siempre usó su privilegiada inteligencia para apostar por ellos.
Hugo Rafael Chávez Frías. Destacado militar, estudioso, carismático,
nacido para liderar, incuestionablemente.
A quien un ex- presidente uruguayo votado por única vez - y vapuleado en
las urnas n veces a posteriori - ha tildado de enemigo de la libertad de
expresión. El ex uruguayo, fue el que regaló a sus amigos y allegados permisos
de TV cable, radio FM y afines en su presidencia. El supuesto dictador
venezolano, ungido hasta el hartazgo en las urnas, aguantó a pie firme todo
tipo de asquerosidad en su contra, de osbcenidad sólo comprensible para quien la vivió, para,
llegado el plazo legal, ser capaz de distinguir "provisorio Y
revocable" de "provisorio irrevocable". Cosa que el ex de
marras, si entiende, le conviene disimular "arrancando yuyos", como
se suele decir en mis pagos natales.
Disculpe un paréntesis de intimidad, querido lector. Hace un tiempo, mis
hijas y sus amigas, con evidente picardía, me preguntaron sobre cuál era la
materia más importante del conocimiento a su acceso, si había que elegir apenas
una. Creo que, por profesión paterna, se jugaban en fija a la Matemática, e
intuyo que eso podía albergar algún
salvoconducto para no exagerar exigencias en otras disciplinas.
Podría haber contestado muchas cosas, claro está. Pero en la ocasión
dije: Historia. Porque desde la Historia podemos entender qué fuimos, qué somos
y quizás, adonde vamos.
Podemos además vislumbrar a
Galileo Galilei determinando genialmente el 9,8 metros/ segundo al cuadrado de
la aceleración gravitatoria en la Torre de Pisa. Podemos entender la influencia
de Copérnico sobre William Harvey y su deducción del funcionamiento del sistema
circulatorio. Podemos entender a Turing, Godel y los límites del conocimiento. O
al inmenso Juan Sebastian Bach. Disfrutar al pícaro y sediento Vinicius. A la voz única de Zitarrosa. A Gauguin y a las
ventajas incuestionables de vivir en la "maison
des plaisirs" de la Polinesia.
Podemos, en suma, vislumbrar al
ser humano histórico, encontrando en el Arte, Filosofía y Ciencia la respuesta
a la certeza de la mortalidad.
Y por ello, nunca faltan a la
cita de nuestras conversas familiares los epidodios de la Historia, los que
conozco y también los que me superan y hacen estudiar, los universales y
familiares. Las Revoluciones y sus
zancadilllas, los sueños y las pesadillas, las realidades y las
quimeras. Historia que, bien entendida, nos enseña por qué al PODER no le sirve
(argumento adicional para estudiarla).
No sirve mucho al Vaticano estudiar al Cristhos. Poco sirve al
neoliberalismo estudiar Adam Smith. Nada sirve a los patriotas de ocasión
estudiar a Artigas, Rivera, Venancio Flores, con perdón de Don José Gervasio,
violentado y desnaturalizado hasta, por ejemplo, el renacimiento bajo una Lucía
Sala de Tourón.
No sirve la Historia al PODER, que se alimenta de la desmemoria y
consume a los que improvisan. Pues que viva la Historia, entonces.
Y es en la Historia entonces donde a la izquierda se puede ver lo que la
derecha, por su intrínseca aversión, se ignora.
Hay personajes que se instalan para habitar la Historia, para siempre. Y
que más aún, fecundan mitos.
Y es así que entre la Historia y el mito, de proliferación casi
inevitable cuando la semilla es buena y
la espera es larga, habitan personajes como el Cid Campeador. El que, mito
mediante, desde otra vida triunfó con su sola remembranza, con diferentes
versiones sobre cómo se instrumentó. Pero aún sin vida en su cuerpo, su vida en
el mito, lo hizo vencedor.
En Argentina, Evita fue la descamisada, la puta, la usurpadora, la que
motivó el abominable "VIVA EL CANCER". Con sus contradicciones
imposibles de ignorar, Evita era mujer y expropiaba in situ las joyas de las
"damas" de alta sociedad. Demasiado para una muy rancia oligarquía.
La foto de Evita, cual santa, adorna los hogares más pobres del conurbano
bonaerense aún hoy. La muerte de Néstor Kirchner fue ovacionada por la derecha
argentina (sojeros, CLARIN y adláteres). Con el pinguino, se caía todo su
proyecto político, decian. 54% de votos y 37% de ventaja sobre el segundo fue
la contundente respuesta del pueblo argentino.
En Uruguay, "300 Carlos" y otros cobardes eufemismos fueron la
palabra de paso para un execrable fin: el intento de exterminio de las voces
más díscolas. Pues el Frente Amplio gobierna hace 8 años y manos que aún no
habían nacido entonces, enarbolan hoy banderas rojas.
La derecha continental, algunos mediocres y varios insensatos, celebran
la muerte del gran Hugo de Barinas. Es que la Historia les fastidia y nunca
leyeron sobre el Cid.
A Hugo Chávez vivo, lo podían atacar. Hoy es, de pleno derecho, ícono,
en todos los hogares más humildes, a los que el pacto de Punto Fijo se empeñó
en desconocer. José Gregorio fue un laico médico, que, por lo que curó y
alivió, es venerado en las clases populares venezolanas como genuino santo,
objeto de ofrendas y rezos. Guste o no guste a mentalidades cartesianas, Hugo
Rafael es un nuevo santo laico en la iconografía popular bolivariana. En el
altar casero de los humildes, su imagen estará al lado de José Gregorio, digan
lo que digan CNN o FOX.
¡Y la mierda!¡Vaya si se lo merece!
Hugo Rafael fue un raro punto de encuentro: abrazó con fervor la
profesión militar, la causa de Bolívar, la construcción del socialismo y los
Evangelios.
Por eso Hugo Rafael tendrá lugar de honor esperándole donde él se merece
estar. En millones de hogares barrio adentro, donde su imagen unirá a caraquistas y magallaneros (como decir
bolsos y manyas). Donde construyó su fe,
su militante y proverbial amor y un lugarcito especial para él, en su cielo.
Donde lo esperará la Negra Sosa, cantando lo que nadie después debió cantar. O
el flaco Spinetta con su dulzura desgarrante de tan humilde y profunda. Don
Oscar Niemeyer le diseñará una nube con vista
a los barrios y Barinas, para que no se sienta fuera de su cauce. O
donde el flaco Zitarrosa la regalará el "violín de Becho" que Hugo citara
en su "polémica" con Alejandro Sanz. Pero también le brindará con
"La canción quiere", porque, flautas, se lo merece. Obviamente escuchará
a Alí Primera, y no se privará de Don
Atahualpa Yupanqui, del maestro Osvaldo Pugliese. Conversará- con exceso,
ciertamente- con Mariátegui. con Rodney. con el General, con Sendic, con el
"Chicho" Allende. Para él Violeta Parra dirá "Gracias a la
Vida" y Victor Jara llorará a la desgracia de Amanda. Lo recibirán como
hermanos en Cristo Dom Helder Cámara, Perico Pérez Aguirre, Carlos Mugica y
tantos que entendieron - como él- el cabal sentido de abrazar la cruz.
Para más de un nabo, esta nota será un panegírico. Pero en la certeza de
un aplastante triunfo de su construcción política, estas palabras son apenas un
razonado llanto o un llorado razonamiento. Porque pucha, Hugo, mirá que te
hiciste bien odiar ( por los que condecoran con sus diatribas), y mirá que te
hiciste bien querer. Menudo "jonrón" te mandaste, sacando la pelota
del planeta en el béisbol de tu vida. Para los horrores de rigor de la derecha
respetuosa del sagrado y privado derecho al privilegio, te hiciste querer a
conciencia por la gente sencilla y militante de todo un continente.
Te hiciste eterno, Hugo de Barinas. Y mucho. Que vos, hasta a la
eternidad misma la vas a hacer intensa y desbordante.
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