Suele decirse- y con cierta consistencia histórica, debo admitir- que
las elecciones las ganan o pierden ante todo la Economía.
La célebre "The
Economy, stupid!" de Bill Clinton en su triunfal campaña en las elecciones
imperiales de 1992, quedó como expresión paroxística de dicha convicción. Hay excepciones marcadas a este enunciado: en USA nuevamente, no se explica por la Economía
el triunfo de Carter en 1976, sino más bien por la acuciante necesidad de
superar el trauma de la apabullante derrota en Vietnam, que requería analgesia sobre la era Nixon-Kissinger que
costara tanto napalm, tantos horrores, tantas vidas.
Con la debida cautela que requiere el estudio de la sociedad y sus
conductas políticas, parece razonable asumir que el factor que en la mayor
parte de las opciones electorales más incide es la Economía. Pero asumirlo
supone dirimir una interrogante aún mayor: ¿ De qué hablamos cuando hablamos de
"Economía" ( y con mayúsculas)?.
Sin que esto signifique el menor gesto de desprecio hacia nadie, ni
hacia nuestro pueblo ni hacia la Ciencia Económica, sino como mero ejercicio de muchos años de
escucha cotidiana de gente tan digna
como sencilla , parece harto difícil que, de realizarse una encuesta sobre la
población del Uruguay, la misma arroje cifras importante de ciudadanos que
conocen qué es la tasa Libor, o el Indice Dow Jones, o a cuánto ascienden las reservas del Banco
Central, o las proyecciones sobre el espacio fiscal, etc. Y sin embargo ES A
ESOS ELEMENTOS que los principales medios de comunicación identifican con el
concepto"Economía".
No suelen identificarlo con "antes comía una vez al día, ahora
cuatro" (sic). No suelen considerar materia económica " No podía
trabajar porque con lo que me pagaban
por 8 horas de limpieza apenas si me daba para pagarme el bondi y si me quedaba
en la casa de los patrones, me pagaban menos y no podía atender a los
gurises" (sic). No se suele analizar en los almuerzos de ADM elementos
tales como "estuve tres años
viviendo de changas y ahora hace seis años que tengo el mismo laburo, y en
planilla"(sic).
Pues no, las frases que escucho, lo que veo y me cuentan, no existen, aparentemente no constituyen terreno de la Economía.
Economía, en alguna página imbuída de iluminación cuasi divina, es la
cotización del yen, no lo que siente,
piensa y cuenta la gente concreta.
Según el ministro Olesker, desde que está el FA en el gobierno hay
900.000 pobres menos. 16 Estadios Centenarios llenos, 36 departamentos de
Flores, algo más de 9000 veces la Cámara de Diputados. La salida de la pobreza
no es un concepto etéreo, intangible. Son frases como las antes citadas. Son
vidas, son gente de carne y hueso (antes más de hueso que de carne) que vive
distinto y mejor.
Es obvio que hay mucho para corregir, justamente en la Economía.
Particularmente porque dentro de nuestro propio FA no marcamos más distancia
frente al discurso tecnocrático e iluminista, porque no enfatizamos
suficientemente lo que nos hace diferentes: el pretender y lograr más calidad
de vida para el trabajador, distribuír mejor la riqueza, y multiplicar las
frases subjetivas- pero llenas de vida- como las que reproduje, al tiempo que
mejorar los "verdaderos números", esos que TODOS entendemos.
Me
refiero a cuántos pobres menos, a cuántos gurises más en la escuela, a cuántos
gurises en Internet, en un centro MEC o en una plaza de deportes y no en la
calle. Me refiero a cuántos veteranos con derecho a disfrutar un fin de semana
de paseo, un regalito para sus nietos, o una copita de picardía.
Me refiero a cuántos laburantes pudiendo
tener vacaciones al menos una vez al año, para revolcarse en la arena o en los
pastos con sus hijos, armar su fogón, pescar a la encandilada, escapar de los
mosquitos, juntarse para mentir al truco con los amigos y todas, todas , todas,
esa muy pequeñas cosas.....Las pequeñísimas cosas que nos hacen realmente
humanos.
La Economía no trata de recursos escasos versus infinitas demandas. La
Economía trata de seres humanos. De sus sueños y de sus realidades. De sus
gozos y sus duelos. De sus logros y frustraciones. Sino, no es Economía. es
Justificología: te justifico, de manera
lo más complicada posible, por qué
a tí te tocó joderte en la vida, mientras ves a otro quejarse por
lo caro que sale amarrar el yate en Punta del Este .
Falta mucho: en materia tributaria, de presencia del Estado en la
producción, de democratización de medios (tema para nada ajeno a la Economía),
para que podamos sentir que el Uruguay ha temblado hasta las raíces. Y si ha de
hacerlo, sabe Ud. querido lector, que me parece que es apuntando al ALBA y dando mucho menos bolilla a los
desinteresados consejos de los gurúes de la derecha, nacional y global.
Es ante todo la Economía la que orienta al ciudadano, lo acepto, pero
con mayor gusto si ésta se viste de obrero, de ama de casa, de oficinista, de
túnica y moña azul. Sin renegar de la profesionalidad y solvencia técnica, que
no se trata de rendir culto a la improvisación. Pero sin dejar asfixiar en lo
docto a lo esencial: lo humano y concreto.
¿ Utopía?¿Imposibe?¿Cursi?.
Ubiquémonos en el año 1993. Al Uruguay lo gobierna Lacalle, con la
divina asistencia del Opus Dei. Una pareja de personas profundamente
enamoradas, pero de igual sexo debe esperar la noche y lugares discretos para
algo tan simple y bello como darse la manito para sentirse juntos, acompañados,
más cerca, menos solos, más humanos. ¿Casarse? Utopía, Imposible, Cursi. El
casamiento es sólo para quienes se sienten atraídos por el sexo opuesto, hecho
que reviste tanto mérito como sentirse
atraído por el dulce de leche o el chocolate:
ninguna credencial, mero azar.
Ubiquémonos en el 2013, en esta semana. La utopía, lo imposible, lo
cursi, es una realidad. La ley ha optado por el amor por sobre la
genitalización de los derechos. Todas las parejas de uruguayos que se aman tienen el mismo derecho a vivir
libremente esa feliz y privilegiada experiencia. ERA Utopía. ES Realidad.
Novecientos mil pobres menos. Muchas parejas, poseedoras del gran
misterio y fortuna que entrelaza dos vidas, llamado amor, con igualdad de
derechos, desde esta semana.
El Uruguay cambia. El Uruguay ha cambiado. El Uruguay puede y debe
cambiar mucho más. Hacia mayor humanidad. Hacia afirmar lo mucho logrado, sin
temor ni pudores para acelerar. Que Utópico, Imposible y Cursi es pensar que
sin cambiar realidades y culturas, y por mera repetición de cifras y visiones
ajenas a la vivencia de los más, se ha de llegar a una sociedad mejor.
El Uruguay ha dado mucho de lo mejor de sí en estos años. No se nos
puede olvidar. Hay 900.000 razones para recordarlo. Pero es necesario, posible
y conveniente humanizar y llenar de vida la construcción de la Economía de la
sociedad del futuro, con riquezas mucho más distribuídas e indicadores mucho
más cercanos a la vivencia cotidiana. Y hay muchos casos- y tan sólo uno habría
bastado- de DOS manos ahora entrelazadas ante todos, ante la ley y la sociedad,
que antes debían sumirse en el mundo de lo furtivo y fugaz, que nos recuerdan
que la gran Utopía, la gran Quimera,
es una sola: no cambiar.
como siempre excelente y claro, coincidencia total.
ResponderEliminarGracias