El
pasado 1 de octubre, en Londres, falleció el longevo y prolífico
historiador británico Eric John Ernest Hobsbawm. Un académico
marxista cuya obra merece un largo y minucioso repaso, que no
emprenderemos aquí.
Porque
una editorial del diario El País, el lamentable Caganchario, se dedicó a
agraviar al historiador: estalinista, ciego ante los horrores del
comunismo, y un largo y previsible rosario. El anticomunismo más ciego,
la Historia descontextualizada, la concatenación de falacias sobre
premisas falsas.
Como
el centro del editorial caganchario es atribuir a un enorme intelectual
la capacidad de ignorar el horror, repasemos la muy objetivable y
superior capacidad del caganchario, ya no para ignorar el horror, sino
para aplaudirlo, servirlo, y hacerle propaganda.
1)
Sobre Patricio
Lumumba: “'Es un negro que va dando demasiado trabajo. ¿Existe
realmente? ¿O es la personificación de un sinnúmero de negros
turbulentos, desorbitados, criminales si es necesario, contradictorios
casi todas las semanas, que dan un deplorable espectáculo de la
incapacidad para gobernar? Después de oír hablar durante muchos meses
del mismo personaje, de ver un retrato que aseguran ser de él, a verdad
es que ya no sabemos si existe o lo inventaron para hacer creer que los
negros tienen hombres capaces de gobernarlos“(El País, 13 de febrero de
1961) .
2)
Sobre la dictadura en Uruguay: “El concepto de seguridad y de visión de
lo ocurrido entre nosotros a lo largo de muchos años es lo que
justifica, jurídica e históricamente, la participación que hoy tienen
las Fuerzas Armadas en la vida nacional y sus nobles y elevados
objetivos“ (El País, 21
de julio de 1974). “¿Cómo convencer a nuestros jóvenes que las Fuerzas
Armadas no salieron a la calle para dar su cuartelazo sino como último
recurso, reclamado por la ciudadanía sana del país para salvar la
esencia misma de nuestro sistema?”(El País, 24 de junio de 1976). “Las
Fuerzas Armadas abandonaron los cuarteles, no impulsadas por bastardas
ambiciones de poder, sino cediendo al imperativo de librar a la Nación
de la inminente amenaza del caos y de la ruina”. (El País, 21 de agosto
de 1979).
3)
Sobre Videla: “Se explica y justifica que el gobierno del general
Videla no haya establecido fecha ni plazo para dar por terminada su
misión. No se puede abandonar la tarea emprendida sin antes estar
absolutamente seguro que los profundos males que carcomen a la sociedad
han sido radicalmente extirpados. De no actuar así se
estaría ante un caso de irresponsabilidad histórica y de pusilanimidad
personal. Y por cierto que en la Argentina aún no se han dado, ni
siquiera remotamente, las condiciones que permitan esperar un futuro de
estabilidad, de orden y de paz. Mal puede entonces abandonarse el timón
de la nave y entregarla a quienes la pueden llevar a cualquier puerto.
La hora para el descanso no ha llegado todavía” (El País, 27 de agosto
de 1976)
4)
Sobre la destrucción de la dictadura uruguaya del extraordinario
Instituto de Matemática y Estadística, liderado por Rafael Laguardia y
José Luis Massera, (Facultad de Ingeniería), mediante la prisión
(Massera, Markarián, Accinnelli) o exilio de la casi totalidad de sus
docentes: “¡al fin se terminaron las locuras de un grupo de pseudogenios
que arruinaban la vida a sus estudiantes con su nivel de
exigencia!” (El Pais, 3 de agosto de 1977).
5)
Defensa del Terrorismo de Estado ante denuncias en la OEA y en la
prensa internacional: “En caso de que prospere en la Asamblea de la OEA
la tendencia a juzgar la pureza, desde el punto de los Derechos Humanos,
de los regímenes que más contribuyeron a la proscripción del
totalitarismo marxista en América, se habrá consumado una de las mayores
sin razones en la historia de la organización como instrumento de
unidad y de promoción de la democracia en el continente“ (El País, 23 de
junio de 1978) “…han surgido las versiones de que en el Uruguay
soportamos una de las dictaduras más crueles y repugnantes de América
Latina, burda especie a la que se procura dar patente de verdad en el
exterior por medio de datos estadísticos ridículos sobre uruguayos
asesinados, presos, torturados o forzados a
abandonar el territorio nacional“ (El País, 27 de junio de 1978)
6)
Sobre el plebiscito del 80, creando clima que alentara a votar SI a
la constitución de la dictadura primero, y tratando de explicar el rotundo NO después:
"Tupamaros buscaban crear condiciones para una invasión desde el
exterior" (EL PAIS, 28 de noviembre de 1980) "….hubo una decisiva
influencia de la fracción política foránea llamada Frente Amplio"(El
Pais, 3 de diciembre de 1980).
Largo
capítulo aparte merecerían los agravios e infundios que EL PAIS
dedicara al “sedicioso” Wilson Ferreira Aldunate. Y ni hablemos del
General Liber Seregni. O de Zelmar Michelini y el "Toba" Gutiérrez Ruiz.
Ahora, se recuerda a sí mismo como defensor de las libertades y la
democracia. Pero en 1982,
elecciones internas del Partido Nacional, su notoria apuesta era Don
Alberto Gallinal y sus "insuflados" y no el "sedicioso" Wilson. Y su
postura ante la dictadura, no deja el menor margen de duda : complicidad
y co-participación con los militares en servicio al proyecto de
liberalización total de los mercados. El que pregonaban Ramón Díaz, Végh
Villegas, Rodríguez Villamil, Bensión, numerosos economistas
neoliberales blancos y colorados y, naturalmente, el Caganchario. La que
predicaba también la embjada sita en la rambla montevideana, en el
corazón del barrio Palermo. Embajada a la que siempre ha sido muy
sensible y funcional el Caganchario, no sólo en materia de "información"
nacional, sino de visión del mundo y particularmente de las luchas
liberadoras, como la de Lumumba.
Eric
John Ernest Hobsbawm, en vida, recibió una gran variedad de
relevantes distinciones a su obra y personalidad. Ahora, en su tránsito
definitivo a la eternidad recibió la mayor distinción que la República
Oriental del Uruguay brinda: ser agraviado por El País.
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