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viernes, 12 de octubre de 2012

Eric Hobsbawm y el Caganchario. Gonzalo Perera (El Popular, contratapa, 12 de octubre)



El pasado 1 de octubre, en Londres, falleció el longevo y prolífico historiador británico Eric John Ernest Hobsbawm. Un académico marxista cuya obra merece un largo y minucioso repaso, que no emprenderemos aquí.

Porque una editorial del diario El País, el lamentable Caganchario, se dedicó a agraviar al historiador: estalinista, ciego ante los horrores del comunismo, y un largo y previsible rosario. El anticomunismo más ciego, la Historia descontextualizada, la concatenación de falacias sobre premisas falsas. 

Como el centro del editorial caganchario es atribuir a un enorme intelectual la capacidad de ignorar el horror, repasemos la muy objetivable y superior capacidad del caganchario, ya no para ignorar el horror, sino para aplaudirlo, servirlo, y hacerle propaganda.

1) Sobre Patricio Lumumba: “'Es un negro que va dando demasiado trabajo. ¿Existe realmente? ¿O es la personificación de un sinnúmero de negros turbulentos, desorbitados, criminales si es necesario, contradictorios casi todas las semanas, que dan un deplorable espectáculo de la incapacidad para gobernar? Después de oír hablar durante muchos meses del mismo personaje, de ver un retrato que aseguran ser de él, a verdad es que ya no sabemos si existe o lo inventaron para hacer creer que los negros tienen hombres capaces de gobernarlos“(El País, 13 de febrero de 1961) .

2) Sobre la dictadura en Uruguay: “El concepto de seguridad y de visión de lo ocurrido entre nosotros a lo largo de muchos años es lo que justifica, jurídica e históricamente, la participación que hoy tienen las Fuerzas Armadas en la vida nacional y sus nobles y elevados objetivos“ (El País, 21 de julio de 1974).  “¿Cómo convencer a nuestros jóvenes que las Fuerzas Armadas no salieron a la calle para dar su cuartelazo sino como último recurso, reclamado por la ciudadanía sana del país para salvar la esencia misma de nuestro sistema?”(El País, 24 de junio de 1976). “Las Fuerzas Armadas abandonaron los cuarteles, no impulsadas por bastardas ambiciones de poder, sino cediendo al imperativo de librar a la Nación de la inminente amenaza del caos y de la ruina”. (El País, 21 de agosto de 1979). 

3) Sobre Videla: “Se explica y justifica que el gobierno del general Videla no haya establecido fecha ni plazo para dar por terminada su misión. No se puede abandonar la tarea emprendida sin antes estar absolutamente seguro que los profundos males que carcomen a la sociedad han sido radicalmente extirpados. De no actuar así se estaría ante un caso de irresponsabilidad histórica y de pusilanimidad personal. Y por cierto que en la Argentina aún no se han dado, ni siquiera remotamente, las condiciones que permitan esperar un futuro de estabilidad, de orden y de paz. Mal puede entonces abandonarse el timón de la nave y entregarla a quienes la pueden llevar a cualquier puerto. La hora para el descanso no ha llegado todavía” (El País, 27 de agosto de 1976) 

4) Sobre la destrucción de la dictadura uruguaya del  extraordinario Instituto de Matemática y Estadística, liderado por Rafael Laguardia y José Luis Massera, (Facultad de Ingeniería), mediante la prisión (Massera, Markarián, Accinnelli) o exilio de la casi totalidad de sus docentes: “¡al fin se terminaron las locuras de un grupo de pseudogenios que arruinaban la vida a sus estudiantes con su nivel de exigencia!” (El Pais, 3 de agosto de 1977).

5) Defensa del Terrorismo de Estado ante denuncias en la OEA y en la prensa internacional: “En caso de que prospere en la Asamblea de la OEA la tendencia a juzgar la pureza, desde el punto de los Derechos Humanos, de los regímenes que más contribuyeron a la proscripción del totalitarismo marxista en América, se habrá consumado una de las mayores sin razones en la historia de la organización como instrumento de unidad y de promoción de la democracia en el continente“ (El País, 23 de junio de 1978) “…han surgido las versiones de que en el Uruguay soportamos una de las dictaduras más crueles y repugnantes de América Latina, burda especie a la que se procura dar patente de verdad en el exterior por medio de datos estadísticos ridículos sobre uruguayos asesinados, presos, torturados o forzados a abandonar el territorio nacional“ (El País, 27 de junio de 1978)

6) Sobre el plebiscito del 80,  creando clima que alentara a votar  SI a la constitución de la dictadura primero, y tratando de explicar el rotundo NO después: "Tupamaros buscaban crear condiciones para una invasión desde el exterior" (EL PAIS, 28 de noviembre de 1980) "….hubo una decisiva influencia de la fracción política foránea llamada Frente Amplio"(El Pais, 3 de diciembre de 1980).

Largo capítulo aparte merecerían los agravios e infundios que EL PAIS dedicara al “sedicioso” Wilson Ferreira Aldunate. Y ni hablemos del General Liber Seregni. O de Zelmar Michelini y el "Toba" Gutiérrez Ruiz. Ahora, se recuerda a sí mismo como defensor de las libertades y la democracia. Pero en 1982, elecciones internas del Partido Nacional, su notoria apuesta era Don Alberto Gallinal y sus "insuflados" y no el "sedicioso" Wilson. Y su postura ante la dictadura, no deja el menor margen de duda : complicidad y co-participación con los militares en servicio al proyecto de liberalización total de los mercados. El que pregonaban Ramón Díaz, Végh Villegas, Rodríguez Villamil, Bensión, numerosos economistas neoliberales blancos y colorados y, naturalmente, el Caganchario. La que predicaba también la embjada sita en la rambla montevideana, en el corazón del barrio Palermo. Embajada a la que siempre ha sido muy sensible y funcional el Caganchario, no sólo en materia de "información" nacional, sino de visión del mundo y particularmente de las luchas liberadoras, como la de Lumumba.

Eric John Ernest Hobsbawm, en vida, recibió una gran variedad de relevantes distinciones a su obra y personalidad. Ahora, en su tránsito definitivo a la eternidad recibió la mayor distinción que la República Oriental del Uruguay brinda: ser agraviado por El País.

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