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martes, 31 de julio de 2012

El indiscreto encanto del golpe bajo. Gonzalo Perera

En estos días, estando en Argentina, cobró notoriedad, gracias al programa televisivo de Jorge Lanata, un libro escrito por dos comunicadores uruguayos: Leonardo Haberkorn y Luciano Alvarez.

Las tesis básicas del libro son:

a) Víctor Hugo Morales (VHM, de aquí en más) supo llevarse bien con la dictadura militar en Uruguay.
b) Posteriormente, VHM habría reinventado su historia personal, transformándose en una suerte de referente del periodismo comprometido y en juez de calidades periodísticas ajenas.

Un serie de puntualizaciones.

1. Nací y viví en Rocha hasta mis 16 años. Para ese entonces, VHM ya había migrado a la Argentina. Soy muy aficionado al fútbol, hincha y socio del Club Nacional de Fútbol. Crecí escuchando a VHM en sus relatos, en sus intervenciones en el informativo "Telenoche 4" o en el programa  deportivo nocturno que fundó, "Hora 25". La época supuestamente "pecaminosa" de VHM, coincide con la época en que era su muy atento oyente. No soy ni un  "fan" de VHM ni un detractor, sino que me reservo, como respecto a cualquier comunicador, el derecho al análisis crítico de sus dichos. Pero no me gusta ni la amnesia ni la injusticia, ni mucho menos las hipocresías, y algunas puntualizaciones sobre la trayectoria de VHM y la época en cuestión, merecen ser planteadas con claridad.

2. Me parece fuera de discusión la calidad de VHM como periodista deportivo, capacidad que en Argentina extendió largamente, siendo un opinante muy inteligente. Entendámonos: gustará o no lo que opine, pero nadie podrá decir que no opina, o que lo que opina son tonterías. Tiene una particular claridad que va desde la dicción hasta un gran orden mental para exponer sus ideas, por lo cual se puede decir mil cosas de las opiniones de VHM, menos que no se entiende lo que pretende comunicar. Sus opiniones, en tiempos recientes, generan gran irritación en el Grupo Clarín, que en Uruguay tienen una notoria incidencia (muchos medios levantan acríticamente las versiones de los medios de Clarín). Por ejemplo, recuerdo una intervención radial matinal en que explicó con claridad docente el rol de Clarín en el "negocio" de las AFJP. Una vez más, cada quien se sentirá expresado o no en sus dichos, pero ni son inocuos, ni son menores: son inteligentes y absolutamente claros. Y no hay muchos comunicadores en el Río de la Plata que tallen a su altura. La capacidad ajena a algunos resulta molesta, pero para mi modo de ver el mundo, no reconocer el talento donde reside, es un supremo acto de mediocridad, así que comencemos por alejarnos de tamaña tentación

3. El revisionismo sobre la actitud de los civiles durante la dictadura militar uruguaya, es, a la fecha, cuasi nulo. Parece nadie haberse enterado que el Ing. Alejandro Végh Villegas, numen inspirador en Economía de Jorge Batlle, fue dos veces ministro de Economía- y en el interín embajador en USA - de la dictadura. Dos carguitos, digamos. Parece nadie estar interesado por las posturas adoptadas por los propietarios de los canales de televisión y diarios por aquellos tiempos, con muy reducidos matices. Parece nadie recordar las posiciones de los agentes inmobiliarios y financieros, netamente favorecidos, respectivamente, por el "boom" inmobiliario de Punta del Este y por la "plata dulce" de la tablita y engendros similares. Nadie recuerda el 43% de los ciudadanos que votaron "SI" en el 80, en un acto-quizás inconsciente- de complicidad con el proyecto de perpetuación dictatorial.  Nadie recuerda a ese padre, madre, tío, prima o familiar cualquiera, que elogiaba a los militares por "poner la casa en orden y hacer obra". Nadie recuerda a la Unión Colorada y Batllista  de Pacheco y al nacionalismo de Don Alberto Gallinal apoyando en masa a la dictadura. Nadie recuerda el rol de distinguidos empresarios, dirigentes políticos, que formaron parte de misiones comerciales, sesionaron en el Consejo de Estado o fueron desde cómplices pasivos a simples y miserables delatores. Nada de eso pasó, aparentemente. Y todos esos niveles de cercanía a la dictadura reconocen matices. Decididamente no es lo mismo no poder acreditar virginal impolutez o  no haber sido un neto resistente desde el primer al último día, que haber sido un traidor y delator. En el medio hay una amplia gama, donde mucha gente trató de continuar su vida en el medio del horror, sin ser ni intachable, ni tampoco un genocida. Nos hemos salteado todos esos años, por la sencilla razón, a mi juicio, que los poderosos de entonces siguen siendo poderosos hoy, los dueños de los medios de comunicación siguen siendo más o menos los mismos y no pocos actores políticos tienen un pasado que cuidar. Sea cual sea la explicación, ese revisionismo, sobre el que Argentina avanzó, en Uruguay ni siquiera arrancó. Martínez de Hoz en Argentina ha sido debidamente encausado ante la Justicia. ¿Y Végh Villegas qué? ¿O acaso atendía un kiosquito en los mismo años que su par argentino?

4. Me parece muy bien que se inicie un tal revisionismo pendiente. No tengo duda que algunos civiles son directos responsables- al menos en forma compartida- de algunos de los crímenes de la dictadura militar y que la raíz última de la dictadura no es una aventura de una manada de militares fascistoides e ignorantes, sino un proceso económico de imposición del gran capital financiero, por lo cual es obvio que hay directos responsables civiles. Pero parece muy curioso empezar a revisar dicho pasado por alguien que en el Uruguay fue relator de fútbol. Parece curioso saltearse todos los niveles de responsabilidad un tanto mayores (digo yo) para recién recalar allí. Parece curiosa la repercusión en Argentina, donde en librerías de todo tamaño, el libro se encuentra fácilmente. Parece curioso el deleite de Lanata. Bueno, en realidad no es curioso el deleite de Lanata, como veremos.

5. VHM trabajó en dictadura para dos empresas ( Canal 4 y Radio Oriental), de actitudes muy complacientes con la misma. Igual que la actual empresa para la que trabaja Jorge Lanata en Argentina, o los sectores de la derecha católica para los cuales han sabido trabajar los autores del libro. Como toda persona que trabajó varios años bajo dictadura, parece completamente descaminado presentar como revelación que VHM alguna vez en ese pasado tuvo trato con algún militar o alguna institución militar. Más bien parece una reverenda obviedad. No estaba escondido tirando volantes, era un comunicador social.Pero ojo, y a no violar la memoria, VHM no era Imazul Fernández, ni tan siquiera Don Julio Sánchez Padilla, cuya actitud de apoyo  al gobierno militar fue meridianamente clara, pese a que los años posteriores lo cubrieron de un manto de exotismo simpático. Y tuvo actitudes díscolas que le significaron roces con  autoridades militares. Y no bajó del aire- en producciones a su cargo- a declarantes irritantes para la dictadura. Nadie me lo contó, yo lo escuchaba a VHM: yo lo oí. Yo no digo que fuera un adalid de la resistencia, digo que mucha gente trabajó en los medios en este país durante la dictadura y ciertamente no todos fueron iguales.  Y aunque sea odioso, comparo, por si dudas quedan. Y VHM no me parece de ningún modo el recuerdo más cuestionable de aquellos años y si tuvo relación con el General Electric o el Sargento Sanders, eso no cambia lo que oí y vi en esos años. Y que me hace recordarlo como un gran comunicador, que si en todo no estoy de acuerdo con él, no por ello dejo de escucharlo o considerar su opinión menos válida. Y un comunicador con talentos bastante por encima de la media y con la indiscutible capacidad de declarar frontalmente contra quien considere del caso declarar, con altura, pero meridiana claridad.

6. Entrevistado uno de sus autores por el curioso motivo de su obra, explicó que quería desenmascarar la reconversión de VHM, la reinvención de su historia, sobre todo porque VHM se autoerige como referente y critica  a colegas. Como referente lo ha erigido su audiencia y muchos de sus propios colegas a lo largo de décadas, mucho me temo. Salvo que para explicar su éxito se invoque la omnipotencia de la "conspiración K" por parte de los mismos que rechazan por paranoide toda posible hipótesis de conspiración de Clarín (grandes brindadores con champagne con Videla, y electores de genocidas como personajes del año, por cierto), en un acto de singular dualidad lógica. La fulminante crítica pública de VHM a una pretendida obra de investigación de Luis Majul, por ejemplo, bien puede haber ofendido a más de uno, pero no conozco más de uno (y me refiero al propio Majul) que considere que la crítica no era completamente acertada.

7. El libro es muy menor. La documentación  y las fuentes completamente discutibles e incoherentes en distintas declaraciones. La intención del libro la sabrán los autores. No sé si llega al rango de conspiración. A lo mejor se trata apenas del irresistible encanto de ganar un poco de dinero tratando de golpear bajo el cinto a un comunicador de trayectoria y talento bastante superior .

8. Si fuera cierto que VHM viró de derecha a izquierda y reconstruyó su pasado, me preocupa poco en un Uruguay donde muchos periodistas y comunicadores que supieron ser de izquierda, militantes, activistas, gremialistas, hoy revistan gozosa tropa en las filas de la derecha. Si se tratara de un converso, sería un raro ejemplo para los comunicadores nacidos en Uruguay, ante tanto ex militante que hoy escupe fuego por la boca al referise al FA, al PIT-CNT o a la FEUU. Pero escribir sobre esas otras "conversiones" del estilo "corriéndose a la derecha que siempre hay lugar", implicaría cuestionar a los poderes fàcticos de aquí y AHORA, y no vendería en Argentina (mercado editorial mucho mayor al uruguayo). Y no le daría Lanata la posibilidad de manejar un argumento digno de un Rusell, Gödel o Wittgestein: "Yo chapoteo en mierda, pero él tiene caca en los zapatos".

9. Estamos hablando del mismo Jorge Lanata que descalificó las opiniones políticas de la actriz Florencia Peña porque "movía el culo con Francella en la época de Menem". Lo cual supone un logrado doblete: autoritarismo y misoginia. Y muestra la única táctica que Lanata hoy emplea para polemizar: intentar denostar al oponente. Jorge Lanata cumplió un rol muy importante en la Argentina de Menem, no reconocerle ese mérito sería actuar como él lo hace hoy . Porque hoy, no encontrando su nicho, por sus conocidos excesos de egolatría o por la razón que sea,  Lanata habita una nube paralela al universo, donde sólo una persona es digna de opinar: Jorge Lanata. Sinceramente me da tristeza Lanata, su pasado y su inteligencia, pero ha tomado una opción profesional y de vida muy clara y una vez más apostó a mostrar que él no es la única mosca que se alimenta de excrementos como única- falaz y bastante patética- forma de validar sus dichos y procederes cada vez más ilógicos y derechosos.

10. Décadas atrás, Vivian Trías y su investigación desnudaron las 500 familias dueñas del Uruguay. Otro tanto hizo, más recientemente y hasta su lamentable desaparición, Luis Stolovich. Eso sí era desenmascarar, hacer revisionismo en serio, y arrojar luz sobre los rincones más oscuros y jodidos del poder. Cuesta mucho y paga poco, pero el Uruguay supo tener autores de esa talla. Esa- y no anécdotas de mucho ruido y poca nuez- es la referencia que debe guiarnos a todos los que en algún momento pretendamos escribir para construír, entender y transformar la realidad.

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