La Universidad de la República (UdelaR) es mi universidad,
es mi casa.
Es la que me brindó
la posibilidad de obtener gratuitamente tres títulos hasta culminar mi
formación como Doctor en Matemática en febrero de 1994. Donde tuve docentes
que, recorriendo el mundo y teniendo oportunidad de trabajar con los más
laureados colegas, me di cuenta la excepcional oportunidad que este país (es
decir todos los ciudadanos de este país) me brindó. Trabajé, por ejemplo, con
ganadores de la medalla Fields (distinción a mi juicio más exigente que el
Premio Nobel, pues requiere haber hecho descubrimientos superlativos pero tener
a lo sumo 40 años de edad, limitación que no existe en el Nobel y que hace
hazañoso conquistar dicha medalla). Mano a mano con ellos, no vi en ellos nada
que me sorprendiera o deslumbrara, tras años de tener el placer de aprender y
trabajar al lado de matemáticos de la talla de Mario Wschebor y Enrique Cabaña,
por citar solamente dos nombres.
El Uruguay a través de la UdelaR, me regaló la oportunidad
de recibir gratuita una formación con profesores de primer nivel mundial que
los recursos económicos de mi familia no me habrían permitido pagar en otros
países.
Siempre sentí y siento una inmensa deuda de gratitud hacia
la UdelaR, a la que dediqué por ello mi tesis doctoral y en definitiva a toda la
gente, porque a mí me pagó la oportunidad de estudiar no sólo el sacrificio de
mis viejos, me los pagó cada obrero de la construcción, cada oficinista, cada
mozo de un bar, cada chofer de bus, cada enfermero, cada ama de casa, cada uno
de los ciudadanos de este país.
Además, desde hace 26 años que soy docente en la UdelaR. Soy
docente visceral, genético. Mi papá era un muy docente de Matemática en
Secundaria, mi mamá pianista y durante años una exigente y muy sólida profesora
de piano. Desde que me acuerdo, sentí que lo que lograba entender tenía como
destino fundamental ser masticado, digerido, procesado, clarificado para ser
transmitido. Y que si no era capaz de explicar un concepto con claridad era porque en realidad no lo había entendido con
suficiente profundidad. Por eso cada vez que me sentí insatisfecho por una
explicación que di y que percibí que no era
adecuada o suficientemente convincente, me detuve a repensar y
re-estudiar el tema donde no había sabido ser suficientemente claro. Y año tras
año y día tras día, pensar de ese modo mi trabajo me ha hecho descubrir
siempre un poco más, encontrar cosas
nuevas, entender un poquito más y mejor los temas. Cada día y cada año me
deleito al descubrirme un ignorante con la fascinante ocasión y desafío de
experimentar el placer de aprender un poquito más.
Además soy docente visceral porque me apasiona mi tarea. Me apasiona
la Matemática, la Ciencia, la Tecnología, el saber acumulado por milenios. Me apasiona
comunicarme, entablar ese puente imaginario entre dos personas, el estudiante y
yo, que ambos estamos aprendiendo con el otro, en un trabajo conjunto. Y si
parece sensiblero o demagógico, me importa un reverendo pepino: siento un
enorme cariño para cada una de las personas que tengo en frente en un salón de
clase. Porque me recuerdan a mí mismo, tratando de salir adelante estudiando.
Porque son hijos de gente que, matices más o menos, como mis viejos, apostó lo
que tenía y lo que no tenía para apuntalar mi educación. Porque son hijos o
nietos de gente que me pagó a mí mis estudios con su laburo cotidiano, con sus
impuestos, con su esfuerzo. Porque son seres humanos tratando de emprender la
más humana de las aventuras: aprender, crecer. Sin vuelta y sin tapujos, yo
quiero estar en un salón de clases mientras la salud me lo permita, porque siento un profundo cariño por toda esa gente
que descubro y aprendo conocer año tras año. No sé si soy buen docente, sé que
dejo todo, absolutamente todo lo mejor que puedo dar. He pesado muchas cosas en
mi vida durante estos 26 años. Alguna vez me tuve que encerrar a llorar en un
baño antes de entrar a dar clase. Más de una vez, antes de dar una clase, me
tuve que sentar en el piso a hacer ejercicios respiratorios y usar la
medicación pertinente porque no podía respirar bien y me sentía mareado. Una
vez adentro del salón, contento o triste, sintiéndome mejor o peor, con la
patas firmes o temblorosas, siempre se ha encendido la llamita: aparece la
pasión, las ganas de comunicar y crecer en conjunto y durante esas dos horas (o
la duración que fuera) las penas pasan, los malestares de salud aflojan y la
vida se hace intensa y alegre. Y si al terminar ese tiempo las aflicciones
vuelven, ya no es igual, porque esa inyección de ánimo y vida me dejó un
poquito más fuerte y tonificado que antes.
Desde el año 2001 soy gr. 5 de la Facultad de Ingeniería y
mi universidad me ha dado la fuente fundamental de sustento para mí y mi
familia, la oportunidad de crecer profesional y humanamente, de ser invitado
a trabajar en muy diversos países, de
pasar parte de mi vida en diversas latitudes, conocer culturas sustancialmente
diferentes, trabajar con colegas de muy diversos países, contribuir a formar jóvenes
investigadores en otros tantos lugares, y hasta cosechar alguna distinción por
mi trabajo. Esto no ha hecho más que acrecentar, como es obvio, ese sentimiento
de gratitud y adhesión a la UdelaR. A la que, por conocerla muy de cerca, le
reconozco mil defectos, por cierto y que desearía cambiar en muchos aspectos,
pero no desde la amenidad y la iluminación, sino desde la pertenencia y la
construcción colectiva, con las diversas generaciones que allí confluimos. Por
eso he tenido actividad gremial como estudiante y como docente, he discutido mucho,
me he equivocado y he acertado. Pero he tratado de cambiar para mejor desde la
pertenencia a una tradición y a un colectivo, y teniendo siempre como guía el
precepto de que lo más importante para la UdelaR es la gente. Que la UdelaR
existe para el país y no el país para la UdelaR. Que la UdelaR existe como herramienta para construir
un mejor país para todos quienes aquí nacen y viven, desde la especificidad de
su misión académica, pero como parte del desafío de construir una sociedad más
humana y no ser un mero centro expendedor de títulos y reproductor del status quo.
La profunda deuda de gratitud que siento por la UdelaR
seguramente explica el que, habiendo tenido muy tentadoras oportunidades de
quedarme en otros lares, siempre haya decidido que mi lugar estaba aquí.
Respetando otras opciones personales tan válidas como la mía, sentí que tenía
que estar acá, tratando de hacer crecer la UdelaR y su proyección hacia la
gente. Fui el responsable de la fundación de un laboratorio en el 99, desde
donde trabajamos en distintos ámbitos de la sociedad, y desde donde lancé
algunos grupos de investigación en temáticas especializadas. Al comienzo me
acompañaban media docena de chiquilines y más ganas que medios. No todos los
emprendimientos fueron éxitos rotundos, pero de todos aprendimos mucho y varios. Y hoy, en caso
todos estos núcleos en los que puse la primera semillita, hay varios colegas
que se han doctorado saben muchísimo más que yo en sus áreas de especialización,
y que incluso organizan actividades y contribuyen a formar nuevas generaciones
mucho mejor que yo, desde hace ya un buen rato. Son unos cuantos, pero sobre
todo son muy buenos y multiplican, forman más gente. Hacen las cosas mejor que
yo e impulsarán a quienes ayuden a formarse a hacerlas mejor que ellos ¿Se imaginan la
sensación de felicidad de estar sentado en mi oficina, sin decir ni jota ni mover un dedo, viendo a
alguno de estos colegas enfocar y resolver brillantemente un problema? ¿Se
imaginan la satisfacción de sentir que uno ciertamente no es en absoluto
imprescindible, sino que es uno más en un equipo y percibir que muchos
integrantes de ese equipo te guardan un cariño seguramente inmerecido, pero no
por necesitarte para nada en particular, sino quizás por guardar exagerada
gratitud hacia lo que muy modestamente y a
pulmón hice o traté de hacer con mi apuesta por crear ámbitos de mejor
estudio y mejor investigación para un mejor país?
Hace unos años, como
rochense que jamás ha olvidado su origen, sentí como un imperativo ético
colaborar a un desarrollo universitario en Rocha, que esta UdelaR que entre sus
defectos históricos ha tenido ser excesivamente montevideana. Lo cual ha
cambiado para bien, me complace constatar, pero falta hacer muchísimo más aún,
para que la Universidad sea real y eficazmente de la República, de toda la
República, no sólo de la “muy fiel y reconquistadora” capital. Siguiendo el plan
que, por lo que he visto, es exitoso e impulsa el desarrollo de las diversas
regiones: no replicar en el interior lo que hay en Montevideo, sino desplegar
en el territorio nacional distintos polos de educación superior que sean, con
el tiempo, centro de referencia en alguna temática de particular impacto. Para
que algún día, sean gurises de Montevideo los que se van a determinado lugar
del interior a estudiar la carrera X, porque es en ese pueblo donde están los
especialistas en el tema X. No hacer todo en Montevideo y no hacer fotocopias a
escala de lo que hay en Montevideo, sino pensar nuevas especializaciones y centros
de desarrollo de los mismos desplegados en el territorio nacional. Desde esa
óptica, concurrí, con algunos borradores de proyectos, a trabajar con la
Comisión Pro-Universidad de Rocha. Tras muchas reuniones, muchas discusiones,
superar trabas en muchos ámbitos, un emprendimiento prosperó. Se creó en Rocha
la carrera de Tecnólogo en Telecomunicaciones. Una formación que no existe más
que en Rocha. Y que tiene un disparador objetivo: el sector telecomunicaciones,
en todo el mundo, por su vertiginosa expansión,
necesita una amplia gama de capacitaciones terciarias que el sistema
educativa no es capaz aún de proveer. Se estima en un 30% esa “demanda laboral
insatisfecha”, que hace que se necesiten operarios calificados, Técnicos,
Licenciados, Ingenieros, Masters, Doctores, Especialistas en la Economía de las
Telecomunicaciones, en la Legislación de las Telecomunicaciones, en el uso de
las Telecomunicaciones en la producción agropecuaria e ictícola, en la
industria cultural, etc., etc. Viendo esa demanda objetiva, junto a compañeros
de la UdelaR y de Rocha, empujamos fuerte para que esa criatura naciera. Y
nació, como carrera de la Facultad de Ingeniería, apoyada por ANTEL y la comuna
rochense. Yo sólo fui a Rocha con mis borradores y me senté a trabajar codo a codo
con la gente hasta que la idea se pudo pulir, presentar en diversos ámbitos y
conseguir los apoyos. Pero no hice nada concreto en esa carrera. Por diversas
razones, nunca di ni una clase en esa nueva carrera. Solo algunas charlas de
presentación de la carrera en Rocha, La Paloma, Chuy, etc. Pero realmente son
otros colegas los que realmente han hecho que esa carrera exista y funcione, no
yo. Y no es falsa modestia, es la verdad. Llevar adelante proyectos es tanto o
más difícil que participar en su concepción, lo sé muy bien. Y en llevar
adelante ese proyecto, no tengo ni una pizca de participación o mérito. Hace
poquito, se recibió la primera generación de egresados de la carrera de
Tecnólogo en Telecomunicaciones. Se hizo un acto formal de entrega de títulos.
En un acto de enorme generosidad, los organizadores del acto me contactaron y
me manifestaron que deseaban especialmente que estuviera presente, porque
entendían que aquellos borradores y aquellas reuniones tenían que ver con estos
egresos. Me hubiera encantado ir y verles la cara a los gurises con su título,
seguramente gurises que no hubieran podido estudiar en Montevideo. Me hubiera
encantado ver en mi Rocha natal, mi querida Rocha natal, entregarse un título
innovador en el país. Se me vino a la memoria mi viejo trabajando con los
gurises en Rocha, recordando hasta su último día de vida con inmenso cariño a
cada joven rochense que ayudó a estudiar, llegando, me consta a regalarle los libros necesarios a algunos que
eran muy metedores pero no podían pagar los materiales. Algunos de ellos son
conocidos públicamente, en los medios, en la política, desde lugares muy
diversos. ¡Pero qué alegría que le daba al viejo ver esa gente, la más conocida
y la menos conocida, ya crecidos! ¡Cuántas veces lo oí decir, por ejemplo “Y
pensar que a fulanito lo conocía de pantalones cortos, mira lo lejos que
llegó…”, con un sonrisa de oreja a oreja que le iluminaba la mirada! Se me vino
a la memoria Dagoberto Vaz Mendoza, maestro, maestro de maestros, poeta (poemas
suyos han sido musicalizados por Los Zucará), socialista, candidato a
intendente por el FA en Rocha. Una calle lleva su nombre. Una carrada de
rochenses lo recuerda con el profundo cariño que se recuerda a un verdadero
maestro. Muchos factores subjetivos me hacían desear ir. Pensar un poco en
consideraciones que trascienden a mi persona y que no vienen al caso, hicieron
que agradeciera de corazón la invitación y el recuerdo, pero que anunciara que
no iba a ir ¿Se imaginan la satisfacción de esa noche, al poner la cabeza en la
almohada? No por lo que yo haya hecho dejado de hacer, que sinceramente, no me
queda muy claro qué tanto aporté realmente para ese logro. Satisfacción por las
caras de los gurises que aunque no las vi, sabía que estarían felices. Satisfacción
por el crecimiento de mi Rocha, a donde no fui, pero que supe con una
innovación andando y con un poquito más de oportunidades para su juventud.
Satisfacción por la UdelaR, un poquito más cerca de la gente y de la República,
toda la República.
Disculpen la perorata regada de emociones muy personales,
pero es el contexto desde el cual veo ciertos fenómenos.
En los últimos días, se ha hecho mucho ruido en los medios
sobre la concesión o no, por parte de la UdelaR, de un título de Doctor Honoris
Causa a Mario Vargas Llosa. Una de las maneras
con las que entiendo debo manifestar mi gratitud a mi UdelaR es dando mi
sincera opinión sobre los temas que la ponen en el tapete. Aunque me rechine un
poco, me siento en la obligación de decir algo al respecto.
Lo primero es que la reglamentación de la UdelaR sobre los
méritos requeridos para recibir un Doctorado Honoris Causa es bastante amplia,
no abundan en precisiones, y, con toda sinceridad, entiendo que la Universidad
ha abusado un poco en los últimos años del mecanismo del Doctorado Honoris
Causa. Que debería ser brindado a personalidades muy excepcionales. Y con la
mano en el corazón, creo que, en la lista de Doctores Honoris causa de la
UdelaR hay gente muy meritoria y
destacada, pero que a mi juicio no deberían haber sido objeto de Doctorados
Honoris Causa. Por supuesto que no daré nombre algún pues sería una falta de
respeto y lo que cuenta es el concepto, no la anécdota: no es suficientemente
precisa la descripción de los requerimientos para tal distinción, y eso se
refleja al inspeccionar la lista de quienes los han recibido, donde se aprecia
una marcada disparidad de méritos en los diversos dominios de la actividad
humana.
Lo segundo es que la propuesta de este Doctorado Honoris
Causa, a Mario Vargas Llosa, apuesto a la UdelaR en un brete, del cual,
resuelva lo que resuelva, saldrá golpeada.
Será ametrallada desde la derecha sino lo concede: se le acusará de
dogmática, sectaria, se divulgará la lista de grandes universidades que han
concedido Honoris Causa a Vargas Llosa, se mencionará que es ciudadano ilustre de Montevideo reconocido por un administración de
izquierda, etc., etc. Será golpeada desde izquierda si lo concede, por honrar y
ser caja de resonancia local para el pensamiento de un reconocido difusor del
pensamiento neoliberal en América Latina. Y la derecha no elogiará a la
Universidad por concederlo, ciertamente dirá que la UdelaR “no tuvo más remedio
que dejar de lado su dogmatismo” y punto. Se decida lo que se decida, esta
propuesta, que desconozco completamente por qué motivo se ha presentado en este
momento, hará que la UdelaR salga golpeada.
Pero sobre todo, se hablará de la UdelaR (y encima mal) por
Vargas Llosa. No se hablará de los gurises de Rocha y su título. No se hablará
de mi colega Omar Gil que divulga la Matemática a través del teatro. No se
hablará de los proyectos que la Universidad desarrolla para ampliar las
capacidades tecnológicas nacionales. No se hablará de los trabajos de mi amiga
Marisol Cabrera Sosa, sobre el inmenso desafío de educar. No se hablará de
quién es Rodolfo Gambini en el contexto de la Física mundial.
No se hablará de los estudiantes que organizan eventos para
pensar su carrera inserta en la sociedad y volcada a la sociedad. No se hablará de los avances y
deberes pendientes de la Universidad para ser realmente de la República. Se hablará
de Vargas Llosa y, palos por si bogas y por sino bogas palos, se hablará mal de
la UdelaR haga lo que haga con Vargas Llosa.
Yo respeto todas las opiniones existentes, reconociendo que
es un tema que puede ser enfocado de maneras muy diversas y por ende respeto
profundamente a quienes decidan votar a favor o en contra de conceder el
Honoris Causa a Vargas Llosa. Más con la ambigüedad ya referida en las
condiciones necesarias para la distinción y los precedentes poco ilustrativos
por su disparidad.
Porque las respeto profundamente a todas, voy a dar mi
opinión.
1) José
Pedro Mario Vargas Llosa, marqués de Vargas Llosa (título nobiliario otorgado
por el Rey Juan Carlos, que agradeció y aceptó, aunque expresando públicamente
“nací plebeyo y moriré plebeyo”),
usualmente denominado por un más republicano aunque recoleto “Mario
Vargas Llosa” es un excelente novelista. No sé si a la altura del Nobel que
ganó, se me ocurren otros escritores latinoamericanos que no lo ganaron y a mi
juicio lo merecieron más. Pero es un excelente narrador. Para no mencionar sus
obras más conocidas, mencionaré simplemente que me devoré “La Fiesta del Chivo”
en dos días, una intensísima y cautivante narración del fin de la era Trujillo
y el nacimiento de la era Balaguer en República Dominicana. Un genuino placer
leerla. Su calidad literaria como
novelista (precisión no menor), por ende, es a mi juicio excelente. Además del
Nobel, ha ganado los premios “Cervantes” y “Príncipe de Asturias”. Por falta de
galardones no hay problema, claro está.
2)
La UdelaR debe ser crítica. Esto
implica cuestionar hasta el más galardonado y promocionado personaje de este
planeta, sea quien sea. Pongo un ejemplo burdo, pero ilustrativo. Henry
Kissinger, Rigoberto Menchú y Barack Obama ganaron los tres el Premio Nobel de
la Paz. El mismo Premio Nobel ¿Da lo mismo darle un Doctorado Honoris Causa a
Kissinger, Rigoberta u Obama? Es obvio que no: a Kissinger y Obama, así
tuvieran 143 Premios Nobel, de la Paz, de Medicina, de Economía, de Física y
Literatura, no le daría un Honoris Causa ni a punta de revólver. Porque de
hacerlo, mancharía de sangre inocente el legajo de la UdelaR. La de los niños quemados
con NAPALM en Vietnam gracias a la sensibilidad de Henry Kissinger y a los
otros tantos incinerados o ametrallados en Irak, Afganistán o Libia gracias al
pacifismo tan peculiar de Obama. Naturalmente,
Mario Vargas Llosa no bombardeó a nadie, no equiparo una situación con
otra. Digo que el hecho que el candidato tenga premio previos, así sean miles y
otorgados por instituciones muy prestigiosas, en la UdelaR no debe ser un
pasaporte al Honoris Causa. PORQUE LA
UDELAR DEBE SER CRITICA Y PENSAR CON CABEZA PROPIA: ESO ES EL ESPIRITU DE LA
CIENCIA Y LA PERSECUCION ETERNA DEL SABER ESQUIVO; NO SON DE RECIBO LOS
ARGUMENTOS DE AUTORIDAD. Si otro lo premió, bien por el otro ¿Nosotros
pensamos, desde nuestra realidad y nuestra escala de valores que merece el premio
o no? Esa es la pregunta. Y por cierto, incluyo en los precedentes a tomar con
pinzas el ciudadano ilustre de Montevideo: la decisión de los compañeros en la
Junta Departamental no debe tampoco considerarse ni pro ni contra para
dilucidar los merecimientos que para la UdelaR tenga Vargas Llosa. Simplemente: no tiene absolutamente nada
que ver ni libra la UdelaR del peso de
formar juicio propio.
3) Mario
Vargas Llosa es un hombre que enuncia convicciones liberales. Ha sido uno de
los principales voceros de la derecha en Hispanoamérica, muy allegado a José
María Aznar y Sebastián Piñera, como
también ha escrito algunos muy dignos textos, como lo hiciera recientemente
sobre la homofobia motivado por un horroroso y muy sonado crimen. Opiniones son
opiniones.
4)
La
trayectoria literaria de Vargas Llosa, al igual que la García Márquez o
Saramago, no se reduce a sus novelas,
sino que incluye- y debe ser considerado como parte de sus méritos literarios-
su profusa producción como periodista, que ha tenido, vale decir, tantos o más
lectores que sus novelas. Como
periodista, hace gala de tanta elegancia estilística como verdadera tristeza
expositiva-argumentativa . Con excepciones como la señalada, asume de
manera sistemática, desde hace más de 20 años, una defensa cerrada del status
quo mundial, un elogio a ultranza de las bondades de la “apertura” neoliberal,
una crítica cerrada a todo intento de desarrollo soberano y ajeno al consenso
de Washington que se haya gestado en América Latina. Su hijo Alvaro (coautor
con Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Alberto Montaner de los dos tomos del
“Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano”) quizás lo haya influído para afirmar
que el mejor modelo de desarrollo en América Latina lo ha dado el Chile de
Pinochet o que la Cuba de Batista era socialmente más desarrollada que la
actual, y Mario Vargas Llosa aceptó prologar, y de manera apologética, la obra
de su hijo. Coincide con él en el sonsonete de negar toda culpa de los Estados
Unidos en la suerte de América Latina. Hasta aquí son opiniones que me parecen
deleznables, pero son opiniones. Pero sostiene que es parte de la “idiotez”
latinoamericana, para usar los términos de su hijo (así lo afirma, a título
expreso), una obra como “Las venas abiertas de América Latina” o culpar a USA por
el derrocamiento de Arbenz o Allende. Eso
más que una opinión es un gesto de soberbia y una genuina burrada y me importa
un reverendo pepino que lo haya dicho Vargas Llosa o Pepe González. Vargas Llosa ha defendido a capa y espada un
modelo de desarrollo dependiente, desigual y subordinado, no una vez y en un
mal día, sino en miles de texto, que le han valido ser un estandarte de esa
visión del mundo, muy funcional a los grandes intereses económicos y tan bien
vistos por Aznar y Piñera. Está en su derecho de hacerlo ¡Pero qué mal, con cuánta desprolijidad, descuido argumental y con cuánta
insoportable arrogancia suele realizarlo! Y estos textos TAMBIEN SON PARTE DE
LITERATURA. El ensayo periodístico, más en
tal volumen y consistencia, no es protoliteratura, es parte medular de
su trayectoria, como comunicador de ideas, emociones y sensaciones. Y NO SE
TRATA AQUI DE LO QUE PIENSA VARGAS LLOSA EN SU FUERO INTIMO, DE SUS OPINIONES
CIUDADANAS; SINO DE PARTE SUSTANCIAL Y MEDULAR DE SU OBRA PLUMA EN MANO; QUE NO
HA SIDO DEDICADA A NARRAR MAGNIFICAMENTE SINO A ENSAYAR LA SUPUESTAS RAZONES –
QUE JAMAS SE ARGUMENTAN CON UN MINIMO DE SERIEDAD- POR LAS CUALES LO
LATINOAMERICANOS DEBEMOS VIVIR EN EL RETRASO SALVO QUE NOS AVENGAMOS A ACEPTAR
LAS RECETAS DEL CONSENSO DE WASHINGTON. Textos absolutamente ligeros,
superficiales, en no pocas ocasiones francamente arrogantes, abundantes en
adjetivos, absolutamente desprolijos en materia histórica y documental,
insostenible ante ningún público inteligente y crítico. Jamás osaría tildar de
“idiota” a Vargas Llosa como el lo ha hecho a otros con gozo. Jamás osaría destratar sus textos de la manera que el
destrató a “Las Venas Abiertas de América Latina”. Pero BUENA PARTE DE SU PLUMA
SE HA DERROCHADO EN ESCRITOS DE CALIDAD HARTO CUESTIONABLE Y CON UNA INTENCION
ABSOLUTAMENTE PROPAGANDISTICA y PANFLETARIA; ACRITICA Y COMPLETAMENTE
DESCUIDADA DEL RIGOR ELEMENTAL QUE DEBE POSEER UN ENSAYO.
5)
Se ha dicho
como verdad irrefutable que Vargas Llosa es un demócrata. Me voy a atrever a
intentar refutarlo. Vargas Llosa tuvo en su pasado, notoriamente respecto a
la dictadura de Videla posturas de defensa de los Derechos Humanos. En el caso
de Chile sus elogios al modelo de desarrollo pinochetista coexistieron con críticas
expresas a violaciones a los Derechos Humanos. De alguna manera Vargas Llosa
logró disociar la represión del modelo de desarrollo neoliberal más intenso,
que requiera a la represión para ser viable. Pero podría considerarse ambigua
su postura. En cambio no han sido nada ambiguas sus posturas respecto a la República
Bolivariana de Venezuela. Ha practicado
de manera SISTEMATICA Y FEROZ una crítica caricatural al proceso bolivariano y ALENTADO
PERMANENTEMENTE LA REACCION ANTI-CHAVISTA. Antes, durante y después de la
intentona golpista del 2002, Vargas Llosa HA PERSEGUIDO SISTEMATICAMENTE EN SUS
ESCRITOS AL MANDATARIO MAS VECES APOYADO POR SU PUEBLO EN LAS URNAS Y BENDECIDO
A QUIENES HAN QUERIDO DERROCARLO Y A QUIENES EN VIOLACION A TODO EL DERECHO
INTERNACIONAL; COMO HENRIQUE CAPRILES, INTENTARON ASALTAR LA EMBAJADA DE CUBA
EN VENEZUELA PARA SECUESTRAR AL VICEPRESIDENTE DIOSDADO CABELLO; QUE DE ACUERDO
A LA CONSTITUCION DEBIA ASUMIR LA PRESIDENCIA ANTE L AAUSENCIA DE CHAVEZ. VARGAS
LLOSA HA APOYADO; APLUADIDO Y ALENTADO A QUIENES HAN VIOLADO LOS MAS ELEMENTALES
PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL Y CON UN CLARISMA INTENCIONALIDAD DE
QUEBRANTAR LA INSTITUCIONALIDAD VENEZOLANA; IMPIDIENDO LA CADENA SUCESORA
PREVISTA EN LA CONSTITUCION PARA ARGUIR VACIO DE PODER Y PRETEXTAR EL GOLPE.
6)
La predica anti-chavista ha sido acompañada de
otros constantes ataques a presidentes constitucionales bajo permanente amenaza
de derrocamiento como Evo Morales, pero su conducta ante las intentonas
golpista en Venezuela y su constante campaña de propaganda del candidato Capriles,
cuyos antecedentes han sido expuesto anterior me llevan a concluir a mí, como
ser pensante formado en la UdelaR, que respeta las opiniones de todos pero no
le concede el rol de Sumo Pontífice a ninguna institución ni galardón, nacional
o extranjero, me hacen afirmar que ESTOY
CONVENCIDO QUE LAS CONVICCIONES DEMOCRATICAS QUE VARGAS LLOSA SUPO TENER; LAS
SUPO OLVIDAR AL MENOS EN LOS ULTIMOS 12 AÑOS.
7)
En
conclusión, ante una pluma que conoce de deliciosas luces como de paupérrimas
sombras, ante una personalidad que hizo gala en el pasado de convicciones
democráticas pero que muestra desde hace más de una década una clara prescindencia
de la opinión de los pueblos que no le gustan, como permanente erosionador de
gobiernos electos y reelectos democráticamente y brindando apoyo absolutamente
abierto a protagonistas centrales de intentonas golpistas es que, como mera opinión individual, YO RECHAZO
LA INICIATIVA QUE LA UDELAR OTORGUE UN DOCTORADO HONORIS CAUSA A MARIOS VARGAS
LLOSA. Y no lo hago porque no me guste lo que opine. Lo hago porque
a)
NO ES un
demócrata, como se ha señalado.
b)
Sus textos periodísticos,
más allá de sus opiniones, manifiestan escaso respeto por la inteligencia de
quien los lee, nulo apego por la historia y una flagrante falta de respeto a
otros autores, periodistas y pensadores en general.
La UdelaR mi querida UdelaR,
haría muy bien en reconocer a Vargas Llosa por su novelas. Pero no otorgarle un
Doctorado Honoris Causa, lo cual supone ignorar la mayor parte de lo que ha
escrito y nada más ni nada menos que la volatilidad de sus convicciones democráticas.
Más aún creo que urge que la UdelaR revise y especifique un poco más sus
criterios para conceder Doctorados Honoris Causa.
No sé que votará la UdelaR en
este verdadero brete. Como dije, salga para donde salga, recibirá palos. Muchos
más si actúa como yo creo que debe hacerlo, por cierto, pero habrá evitado
manchar su Historia como resultado de la presión de los medios. Respeto todas
las opiniones y votos.
Pero hablando de votos, hago votos para que muy pronto, la UdelaR
aparezca en los medios por las razones más sustantivas y esenciales a su misión:
por lo gurises que acerca al estudio en cada al rincón del país, que siendo
nuestra UdelaR pública, es muy bajo el porcentaje de hijos de obreros que
pueden acceder a estudiar en ella y sigue siendo una cuenta muy pendiente el
que la Universidad sea efectivamente de
toda la República, superando las barreras de exclusión geográfica o socio-económica.
Esa es la UdelaR que me piden y han pedido mis convicciones y mis vísceras
estos 26 años, no la encerrada en “Vargas Llosa si o no”
Me disculpo por la longitud del texto. Quise explicar cuánto siento
y pienso, sobre lo sustantivo y también la anécdota, bregando para que la
atención vuela pronta a lo sustantivo: nuestras “deudas internas”, como las enormes
necesidades educativas de nuestra gente y el conocimiento a generar para
apuntalar nuestro sistema productivo.
CLAP CLAP ; CLAP !!!!! Excelente exposición, también me agrada la prosa y narrativa de Vargas Llosa, pero no comparto sus defensas del neoliberalismo. TAMBIEN ME OPONGO AL OTORGAMIENTO DE ESE TÍTULO
ResponderEliminarExcelente texto! Me topé con esto googleándote por cuestiones académicas. Y me encuentro con que tenemos unas cuantas afinidades de base. :) Mi nombre es Pablo Celayes, soy cordooobés, y estoy interesado en hacer mi tesis de Computación en Análisis de Redes Sociales. Un compañero de aquí me comentó que habías estado trabajando en el tema. Si tenés un rato, me gustaría que charlemos un día de estos. Saludos!
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