El tráfico aéreo internacional, al igual que el marítimo,
está regido por un conjunto de normas y
reglas que son de elemental sentido común y contribuyen a garantizar la
seguridad de las naves y personas .
Así, cuando un avión solicita en tiempo y forma una escala
técnica o de simple repostaje a la autoridad aérea de un país, es de estilo
que se le permita realizar el aterrizaje
en algún aeropuerto adecuado. Si tal solicitud es además realizada por un avión
presidencial, a las reglas y usanzas de cortesía en la regulación del tráfico aéreo se le suman las
más elementales normas de la diplomacia, por lo cual resultaba absolutamente
impensable una respuesta negativa a un tal requerimiento.
“Resultaba” es tiempo pretérito, y en el pasado han quedado
las más básicas normas de humanidad, cortesía y diplomacia. El pasado 3 de
julio formará parte de la historia de la Ignominia, pues al avión presidencial
del Estado Plurinacional de Bolivia, que conducía a su Presidente, el compañero
Evo Morales, de regreso desde Moscú a La Paz, solicitó autorización para
realizar una necesaria escala en territorio europeo y recibió una insólita e
infame negativa de Portugal, España, Francia e Italia, debiendo desviarse hacia
Viena, donde pudo descender.
Las explicaciones españolas, por ejemplo, se aproximan
peligrosamente a la tomadura de pelo. La negativa no ha sido argumentada de
manera sólida y resulta imposible imaginarse una razón valedera para semejante
destrato y agresión, de la que fue
objeto ya no el piloto del avión, ni Evo Morales, sino el pueblo de Bolivia y
la gente de bien de todo el planeta. Sin embargo, la mayor parte de los medios
internacionales vinculan la inverosímil
y grosera negativa a presiones de USA ante la sospecha de que en el avión
podría encontrarse Edward Snowden, furiosamente buscado por sus antiguos
empleadores.
Recapitulemos brevemente: Snowden es un informático de 30
años, que trabajó para la CIA y para la NSA y que recientemente revelara a la
luz pública, a través del diario londinense The Guardian y del estadounidense
The Washington Post, evidencia fáctica de la existencia de un programa secreto
y clandestino de los servicios de seguridad de USA, mediante el cual realizan
de manera masiva espionaje e intervenciones
ilegales sobre todas las comunicaciones electrónicas de ciudadanos de
todo el mundo. Muchos de quienes tenemos alguna cercanía con el mundo de la
tecnología sabíamos muy bien de tales operaciones permanentes, pero Snowden lo
hizo innegable y comprensible para el ciudadano en general. A través suyo, el
programa SIGAD US-984XN, habitualmente denominado
“PRISM”, por el cual las agencias de seguridad de USA consiguen y analizan
información PRIVADA y CONFIDENCIAL de
personas de todo el mundo, de manera no-autorizada por ninguna instancia
judicial y por ende ILEGAL y cristalinamente ANTI-CONSTITUCIONAL, es ahora de
conocimiento público. Obviamente la furia de sus antiguos empleadores ha sido
absoluta, llegando a cancelarle anticipadamente su pasaporte, para dificultar
sus desplazamientos y Snowden se
encuentra actualmente en el área
reservada para pasajeros en tránsito del aeropuerto de Moscú (por lo cual
formalmente no ha ingresado a Rusia), mientras espera respuesta a las múltiples
solicitudes de asilo político que ha enviado. Así como España la rechazó de
plano inmediatamente, mediante argucias técnicas de baja estofa, el Ecuador de
Rafael Correa o la Venezuela bolivariana podrían ser su patria de asilo, y su
proximidad política y geográfica con Bolivia es evidente. De allí se alimentó
la suspicacia sobre que en Moscú el joven Snowden podría haber ascendido al
avión presidencial boliviano y estarse dirigiendo hacia su nueva patria.
Cabe
citar palabras al respecto de un hombre
al que mucho admiro, el Canciller del Estado Plurinacional de Bolivia, Don
David Choquehuanca, en parte de su conferencia de prensa de urgencia ante el
incidente con el avión presidencial
“No podemos
nosotros mentir a la comunidad internacional llevando pasajeros fantasma. Por
eso queremos expresar nuestra molestia, queremos expresar nuestro malestar
porque se ha puesto en riesgo la vida de un presidente. Hemos visto
discriminación, quieren amedrentarnos seguramente. Ellos dicen que es por
cuestiones técnicas, pero luego de algunas comunicaciones con algunas
autoridades, nos informamos de que habría algunas sospechas infundadas de que
el señor Snowden estaría en esa nave. No sabemos de dónde viene esta
información malintencionada, esta soberana mentira. Estamos averiguando.
Portugal tiene que explicarnos, Francia tiene que explicarnos por qué han
cancelado”
Snowden ha prestado un servicio público con su acto de
sinceramiento. Su conciencia no soportó tanta ignominia y no cedió a la
comodidad de un salario astronómico. Ojalá pronto pueda continuar con su vida
en una patria donde se respeten los derechos de los seres humanos. Pero Snowden no está en ese avión.
Por supuesto que Francia, España, Portugal e Italia deben
las explicaciones que Don David Choquehuanca les reclama. Pero me temo que
vendrán excusas y pretextos, tecnicismos, formalidades y frases melifluas. E
intuyo que en el fondo, la verdadera razón para semejante grosería y desplante,
sea muy simple.
La base del problema es el hombre que SI va en el avión:
Evo Morales. El presidente indígena, el presidente sindicalista, el que
nacionalizó los recursos formidables del subsuelo boliviano, el integrador del
ALBA, el defensor de la Madre Tierra contra los abusos de las grandes
corporaciones, el hombre de pueblo auténtico y profundo a la vez, el que ha
molestado una y mil veces a la
estrategia regional de la decadente potencia imperial que es Estados Unidos de Norteamérica.
Viendo la oportunidad de enredar, molestar o tener aunque
sea un gesto de desprecio y desconsideración a uno de los mandatarios que más
le desagrada, la Casa Blanca no supo
privarse de semejante sensación. A través de cuatro expotencias coloniales,
sumidas en una debacle social, fácil materia de presión por lo tanto,
intentaron destratar al Presidente Evo Morales, no dándose cuenta que al
hacerlo, lo están condecorando. Porque cuando el águila imperial y sus
laderos atacan a un compañero, lo
agigantan y dimensionan en su justo valor.
Unas últimas palabras, muy sentidas, para quien hoy dirige los destinos de Francia.
Conocí personalmente a Francois Hollande muchos años atrás, por mi larga
vinculación con Francia. Por ese entonces era un simpático, sencillo, chistoso,
alegre diputado que ejercía la secretaria general del PSF, que concurría a la sesiones parlamentarias muy
elegantemente trajeado pero conduciendo su motoneta ( o “scooter” como se dice
ahora). En estos años el llegó a ser el Presidente de la República Francesa,
todo un honor. Pero con su accionar actual, muestra que más que elevarse por la
distinción, se ha hundido en la pérdida de todo principio y referencia ética.
Pues el presidente de Francia que, como perrito faldero de USA niega su suelo
al avión presidencial boliviano, ya no es un compañero, ya no es un hombre
sencillo y honesto, alegre y afable. Es lisa y llanamente un reverendo
alcahuete y como tal pasará a la Historia. Ojalá, querido lector, que aquel
hombre que conocí, nunca hubiera llegado tan alto, para que no terminara
cayendo tan pero tan bajo.
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